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Hace un siglo los coches poco tenían que ver con los actuales, si exceptuamos que tenían volante, cuatro ruedas sobre el asfalto (o la tierra) y un motor de combustión. Por aquellos años el lujo se medía por las prestaciones del coche y la calidad de los materiales y acabados. No tanto por la amplitud, porque los modelos de hace 100 años podían tener una considerable longitud, pero el habitáculo en sí resultaba pequeño para las piernas y sobre todo muy estrecho.
De las pocas opciones
El equipamiento en sí era algo casi inexistente. Pero había aun así algunos elementos de lujo o confort, además de algún otro opcional. Y, de ellos, el que quizá sea más sorprendente a los ojos actuales sea lo que en España se llamó el "ahí te pudras".
El "ahí te pudras" era un asiento tapizado que tenían algunos coches y que quedaba por completo a la intemperie. Y es que aunque el coche fuera descapotable y contara con techo de lona, el techo nunca cubría a estos ocupantes, que estaban sometidos al viento, al frío, al calor, a la lluvia y al granizo. De ahí que en nuestro país también se lo conociera, aunque en menor medida, como "asiento de la suegra". Para acceder a este asiento (o abandonarlo) los modelos incorporaban dos pequeños escalones que aun así no hacían fácil el para quienes no andaban muy ágiles.
Surgió en los carruajes
Este asiento, casi siempre para dos personas, apareció en los carruajes y se creó para llevar allí a los criados. Pero con la evolución del automóvil se mantuvo en muchos casos, no ya para los criados sino como asientos de emergencia.
Antes de la Primera Guerra Mundial hubo modelos en los que estos asientos estaban fijos. Pero tras la primera gran contienda todos los modelos lanzados comenzaron a llevarlos escamoteables, de forma que cuando no estaban ocupados quedaban ocultos bajo una tapa de metal.
Adiós al maletero
En Estados Unidos fueron muy populares los modelos de Chevrolet, Ford, Dodge y Plymouth con esta configuración. Pero el coche que más popularizó este tipo de asiento, denominado en Inglaterra y Estados Unidos "Rumble Seat" (asiento que retumba, en inglés), fue el Ford A. De este modelo tan popular las versiones Sport Coupe y Cabriolet lo llevaban de serie, mientras que el Coupe, el Special Coupe y el Roadster lo montaban en opción. Eso sí, llevar este tipo de asiento suponía renunciar al maletero, o al menos reducirlo casi en su totalidad.
El último de ellos en incorporarlo fue un modelo europeo, el Triumph 2000 Roadster de 1949. Tras ello esta opción desapareció para siempre. Y no por seguridad, que por aquellos años casi ni se tenía en cuenta, sino por la comodidad de los ocupantes.
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