Ahora que se ha confirmado que el Giro de Italia 2025 ascenderá el Colle delle Finestre en la etapa 20, es inevitable mirar atrás y recordar una de las jornadas más épicas de la historia de la carrera: el paso por el Gavia en 1988. Aquella etapa, la número 14, unía Chiesa in Valmalenco con Bormio y presentaba un final dramático con la cima del Gavia —a 2.600 metros de altitud— situada a 25 kilómetros de la meta.
El mítico ascenso a Gavia
El 5 de junio de 1988, el Giro de Italia vivió una de sus jornadas más brutales. La etapa 14 unía Chiesa in Valmalenco con Bormio, apenas 120 kilómetros que incluían el ascenso al temido o Gavia.
Franco Chioccioli vestía la maglia rosa, pero la general estaba apretada. Siete corredores a menos de tres minutos mantenían el Giro en el aire. Ya en el puerto, el primero en moverse fue Johan Van der Velde, no por la general, sino por la gloria del día.
Ese día me destruyó. Me recuperé tres años después
Van der Velde atacó en pantalón corto y camiseta. Lo que encontró fue el infierno blanco. La lluvia se volvió nieve, y la nieve, tormenta. A 2.600 metros, la montaña castigaba sin piedad. El holandés, sin guantes ni abrigo, se congeló. En la cima, se refugió en una caravana con mantas y bebidas calientes. Volvería a la carrera, pero cruzaría la meta con casi 50 minutos de retraso.
Andrew Hampsten, en cambio, había llegado preparado. Su equipo, el 7-Eleven, repartió ropa térmica entre sus corredores antes del ascenso. Con gorro, gafas de esquí y guantes, el estadounidense resistió. Coronó el Gavia cubierto de nieve, seguido por Erik Breukink.
El descenso fue una pesadilla de curvas heladas y cuerpos entumecidos. Hampsten sobrevivió y Breukink se llevó la etapa, pero la maglia rosa sería para el estadounidense en el gran final.
Detrás, el pelotón se disolvía. Algunos llegaron con más de media hora de retraso. Otros no llegaron nunca. Chioccioli se hundió emocionalmente. “Ese día me destruyó. Me recuperé tres años después”, diría más tarde.
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