- Crónica Así te contamos su triunfo
Seis meses después de su última aparición competitiva y tras un accidente que hizo temer por su continuidad, Remco Evenepoel volvió como solo lo hacen los elegidos: dejando huella. El belga escogió la Flecha Brabanzona para reaparecer y lo hizo con una actuación descomunal, en un escenario que no parecía diseñado para su lucimiento según su propia versión, pero que acabó rindiéndose a su colmillo de 'killer'.
Este viernes, el corredor del Soudal Quick-Step firmó ante Wout Van Aert una victoria de autoridad, la número 60 de su trayectoria profesional. Una cifra redonda que corona su regreso y le devuelve al primer plano del ciclismo internacional.
Mi confianza empezó a crecer en las últimas semanas, tengo que agradecer a mi padre que me presionó en los entrenamientos
Decía a MARCA hace apenas unos días que “las primeras carreras serán importantes para mi moral”. No lo dijo por decir. Remco llegaba a esta primavera con más dudas que certezas. Después de la caída sufrida a finales de 2024, que lo mantuvo apartado de la competición más tiempo del previsto, necesitaba reencontrarse con sus sensaciones, medirse de nuevo ante los mejores, comprobar si su motor seguía intacto. Y lo comprobó de la forma que más le gusta: atacando de lejos, decidiendo la carrera con valentía y demostrando que su ambición no se ha desdibujado con el paso del tiempo. Objetivo conseguido: brillar y sentirse bien desde el inicio de su vuelta.
La Flecha Brabanzona, una clásica que serpentea por los muros del Brabante flamenco con 21 cotas —varias de ellas adoquinadas—, fue testigo de su regreso a la gloria. A falta de 55 kilómetros, en la subida al Holsteide, Evenepoel lanzó un ataque seco que sólo pudieron seguir dos corredores: su compatriota Wout Van Aert, con quien comparte generación y rivalidad, y el británico Joseph Blackmore, joven talento del Israel-Premier Tech. El movimiento fue tan contundente que pronto el trío abrió hueco, trabajando con fuerza mientras el pelotón se reordenaba sin éxito.
Durante varios kilómetros, la colaboración fue fluida. Pero en el mundo de Remco, las alianzas duran poco. Él no entiende de cálculos. En el Hertstraat, una de las cotas clave del circuito, decidió volver a tensar la cuerda. Blackmore fue el primero en ceder. Solo quedó Van Aert, en una escena que parecía extraída de un libreto soñado por los aficionados belgas: el duelo que el país llevaba tiempo esperando.
Ambos mantuvieron el pulso hasta los últimos compases. En las rampas del S-Bocht, dentro del kilómetro final, Remco lanzó el sprint desde la cabeza. Sin mirar atrás. Sin esperar el movimiento de Wout. Potente, directo, valiente. Van Aert intentó responder, pero no tuvo margen. La Flecha Brabanzona, una vez más, se convirtió en el escenario de una gesta.
“Tenía muchas preguntas en mi cabeza y esta carrera me ha ayudado a resolverlas”, reconoció Evenepoel nada más cruzar la línea de meta. “Sentí buenas piernas, así que me atreví. Ganar al sprint ante Wout me da confianza. Ha sido un día perfecto”, añadió con gesto emocionado, visiblemente aliviado por comprobar que sigue siendo el mismo corredor que enamoró al mundo.
"Mi confianza empezó a crecer en las últimas semanas, tengo que agradecer a mi padre que me presionó en los entrenamientos", dijo a la prensa el ganador de la Flecha Brabanzona. La religión también le ha ayudado. "El año pasado descubrí la fe. Es algo que comparto con Oumi y algo de lo que estamos orgullosos. Creo que cada uno debe tener su propia relación con la fe. Es lo que me da un apoyo, algo que me ayuda en la vida. Es algo hermoso. ¿Es el islam? Sí, es el islam.", indicó recientemente el belga.
El compañero de Mikel Landa en el Soudal ha rezado mucho durante la rehabilitación: "Cómo superar los momentos difíciles, cómo enfocarnos, cómo ser felices en momentos difíciles. Hemos orado mucho juntos (con su pareja) y seguiremos haciéndolo. Esa es otra gran enseñanza que me has dado. Es maravilloso compartirla contigo".
Un triunfo importante
La victoria, más allá del resultado, representa una reconexión con su esencia. Evenepoel nunca ha sido un ciclista convencional. Desde sus inicios, cuando se saltó las categorías inferiores tras destacar como futbolista en las inferiores del Anderlecht, ha demostrado que no quiere seguir caminos marcados. Ganó la Clásica de San Sebastián con solo 19 años (tiene 3 en total), fue campeón del mundo contrarreloj dos veces y una de ruta y ya tiene en su palmarés una Vuelta a España (2022), dos Liejas y dos títulos olímpicos este 2024 (de crono y ruta). Pero lo que lo hace especial no son las cifras, sino la forma de conseguirlas. Remco no especula: ataca, arriesga, se expone. Y cuando le salen las cuentas, como este viernes, deja imágenes imborrables.
Una hoja de ruta exigente
El calendario de Evenepoel en 2025 arranca de la mejor manera posible. Y lo que viene a continuación es de altura. En los próximos días disputará la Amstel Gold Race (20 de abril), la Flecha Valona (23 de abril) y la Lieja-Bastoña-Lieja (27 de abril), su gran objetivo primaveral. Después enlazará con el Tour de Romandía (del 29 de abril al 3 de mayo), el Critérium del Dauphiné (del 8 al 15 de junio) y el Tour de Francia (del 5 al 27 de julio), donde volverá a ser uno de los grandes nombres a seguir. Más adelante, enfocará su preparación hacia el Mundial (del 21 al 28 de septiembre), con la posibilidad de correr los Europeos (del 1 al 5 de octubre) y, como broche final, Lombardía (11 de octubre), todavía por confirmar.
Cada una de estas pruebas representa una nueva oportunidad para ampliar su leyenda. Pero más allá de los títulos que pueda sumar, este regreso en la Flecha Brabanzona ya tiene un valor simbólico enorme. Es la constatación de que Remco no solo vuelve a competir: vuelve a ilusionar, a emocionar, a desafiar los límites. Con solo 25 años, tiene aún mucho camino por delante. Pero su regreso, tras una larga travesía de recuperación, es una historia de resistencia, determinación y talento puro. Remco ha vuelto. Y ya puede presumir, con razón, de haber alcanzado su victoria número 60 como profesional.
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