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Lo confirma la neurociencia: posponer la alarma varias veces afecta más de lo que crees

Es un acto que puede ser muy dañino

Posponer la alarma es una acción muy común pero también dañina
Posponer la alarma es una acción muy común pero también dañina
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El hecho de levantarte por la mañana puede ser extremadamente duro. El momento en el que suena la alarma puede dar mucha pereza y, una de las acciones más comunes para retrasar el inicio del día, es la de posponer la alarma. Aunque puede darnos unos dulces minutos extra de descanso y parecer un acto inocuo, realmente podría generar daños importantes en nuestro organismo. De hecho, sobre este mismo asunto, empieza a informar la neurociencia y, conocer aquello sobre lo que los investigadores advierten, puede hacer que te pienses si lo haces la próxima vez. 

Las consecuencias de posponer la alarma

Posponer la alarma es algo común. Probablemente tú mismo o alguien cercano a ti lo haga sin conocer realmente las consecuencias de hacer esta simple acción cada mañana. 

Una de las peores cosas que provoca es la interrupción del ciclo de sueño. Hacer que este se interrumpa puede provocar problemas en nuestro ciclo natural de descanso. Lo mejor es despertar con la primera alarma y no volver a dormirte. También, posponer la alarma, provoca que sientas una sensación mucho mayor de somnolencia. El cerebro, al volverse a dormir tras apagar la primera alarma, entra en una fase de sueño ligero. A esto también se le denomina inercia del sueño cuando, al despertar definitivamente, se sigue teniendo la sensación de estar desorientado. 

Además, el sueño tiene una menor propiedad reparadora. El sueño que se tiene tras posponer la alarma no es profundo, lo que hace que no tenga ningún beneficio. También puede generar que te sientas aún más fatigado durante el día y que te encuentres cansado con mayor facilidad.

Se puede sustituir el posponer la alarma por las alarmas graduales
Se puede sustituir el posponer la alarma por las alarmas graduales

Alternativas a posponer la alarma

Aunque pueda parecer que pulsar el botón de posponer es la única forma de rascar unos minutos o de comenzar el día, existen alternativas que pueden ayudarnos a amanecer de una manera más saudable.

Normalmente, cuando posponemos la alarma, significa que nos encontramos cansados y que necesitamos dormir más. Para solventar ese problema podemos, por ejemplo, aumentar la exposición a la luz solar. De este modo se regula de mejor manera el ritmo circadiano del ser humano. Además, establecer un horario regular de sueño marca a nuestro organismo cuándo debemos dormir y cuándo despertarnos. 

Evitar la luz artificial antes de acostarnos también es beneficioso para que podamos conciliar un sueño mejor y más efectivo. Las alarmas graduales son óptimas y menos traumáticas que las convencionales. Todas estas recomendaciones, ligadas a un descanso de calidad y de cantidad adecuadas, es importante para no tener problemas de sueño en nuestra rutina diaria. 

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