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Muchas veces intentamos afrontar situaciones sentimentales complicadas. Sin embargo, para algunas personas, puede ser extremadamente difícil enfrentarse a sus problemas. Esto, aunque es una cualidad que puede tener cualquier ser humano, también es una patología que podría hacer la vida de la persona que la sufre bastante más complicada. Pero, ¿cuáles son las razones por las que una persona evitaría afrontar los problemas que le afectan? La psicología tiene las claves para entender este comportamiento que, a muchos, les puede resultar extraño.
¿Por qué evitar los problemas?
La psicología da explicación a este tipo de patologías para que podamos comprenderlas de mejor manera. En el caso de las personas que no son capaces de enfrentar sus problemas, los expertos en este campo, mencionan diferentes motivos por los que pueden hacerlo; ya que dependerá de la persona y el contexto de esta.
Una de ellas es la baja autoestima. Esta haría que la persona no se sienta capaz de afrontar estas situaciones porque considere que es menos válida o que tiene menos cualidades para hacerlo. Ligado a esta perspectiva de la persona sobre su propia imagen, también es posible que se tenga miedo a ser vista como una persona vulnerable o incapaz. Esto puede deberse a la recopilación de experiencias pasadas que pueden haber sido traumáticas.
La evitación puede manifestarse como escapismo, en el que la persona busca mantener la calma y evitar responsabilidades. Incluso cuando, esto, implica evitar los problemas. No afrontar los problemas afecta a la capacidad de aprender y crecer a través de las dificultades. Esto deriva en la falta de resiliencia en la persona.
Cómo podemos afrontar un problema y no evitarlo
Si eres una de las personas que suele evitar el problema y quieres modificar tu conducta, existen una serie de claves que puedes seguir para intentar cambiarla poco a poco.
Una de las cosas que se debe hacer de inicio es cambiar la perspectiva. Los conflictos deben contar con la cualidad de la asertividad, que es precisamente lo contrario a evitar el problema. Para ello, debes expresar los sentimientos y necesidades de una forma clara y directa. Esto no implica hacer daño o ser violento verbalmente. También es fundamental poder escuchar a la otra persona, si es que hay otro individuo implicado en el problema.
El control de la incomodidad y la gestión de las emociones es una de las claves para aprender a resolver un conflicto. Si no se gestiona de una manera correcta, puede provocar que se acumule el resentimiento y se dañen las relaciones interpersonales.
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