En la Liga de los jugadores extraordinarios, Shai Gilgeous-Alexander metió la pasada madrugada 51 puntos en su cuarto partido con 50 o más desde el 22 de enero, LeBron James se ha elevado hasta una cima donde se le puede irar desde una perspectiva única. Está ganando el partido que tumbó a todos los demás, el del paso del tiempo. La estrella de los Lakers, que cumplirá 41 años en diciembre, no desfallece. Si Michael Jordan estableció los estándares de competitividad y grandeza, James es el más grande a la hora de gestionar una carrera. Su regularidad asombra y su consistencia es marciana, de otro mundo. Esta noche, en la visita de los Pelicans a Los Ángeles, puede alcanzar los 50.000 puntos en su carrera. Le queda un tanto, es decir, el próximo amanecer, salvo percance desafortunado, verá una gesta más de LeBron, justo en el partido siguiente al que consiguió su victoria 1.000 en la NBA, 183 en playoffs (récord). Está a 74 de la plusmarca de Abdul-Jabbar (1.074). Por sus conquistas, sus cifras y su vigencia durante tantas temporadas (21), no habrá un currículum igual nunca más.
Los datos aplastan con el peso del acumulo que da haber jugado al máximo nivel en la NBA en tres décadas distintas, el único en la historia junto a Vince Carter. Metió puntos en un granero desde muy pronto, inició su carrera en la NBA con 19 años, y la cosecha ha desbordado cualquier previsión. Su ritmo no decae. El 3 de marzo de 2024 llegó a los 40.000 puntos. El 4 de marzo de 2025 puede superar la barrera de los 50.000. Es el máximo anotador histórico de la temporada regular (41.837), superando a Abdul-Jabbar, y de los playoffs (8.162), batiendo a Jordan. Quizá lo más notorio es que en la temporada 2012-13 cuando jugaba en Miami y fue elegido MVP, presentaba las mismas estadísticas que en esta campaña con los Lakers tras cumplir los 40 (en los últimos 27 partidos). Metía con los Heat 26,8 puntos por partido y ahora promedia 26,5, pero sus porcentajes en tiros de campo son mejores en 2025 y ha incrementado su producción en rebotes (8,3) y asistencias (8,1). LeBron no se apaga nunca.
Para un hombre que se gasta un millón de dólares al año en cuidar su cuerpo, que ha visitado a terapeutas del sueño porque "lo más importante es dormir bien" (al menos 10 horas, completamente a oscuras y en una habitación a 20 grados sin televisión ni teléfono móvil a mano), que mantiene una dieta estricta donde no falta el vino, que se mete en la cámara hiperbárica cual rutina diaria, que es fan los baños de agua helada y agua caliente, de la terapia de luz roja, del trabajo en los tejidos blandos... para un jugador, en definitiva, consagrado a la idea de perdurar, la motivación es otro de los grandes lubricantes para su monumental maquinaria. Su genética es privilegiada y el talento innato, pero sin su trabajo de hormiguita no sería el jugador histórico que es. Ser disciplinado en su mantenimiento y prohibirse el hastío de una vida tan rutinaria le han llevado a jugar 1.834 partidos en la NBA. Eran otros tiempos, pero Jordan sólo alcanzó los 1.251. No hay fatiga mental para LeBron si afrontas el baloncesto como una cruzada.
Sin necesidad de demostrar nada más, a LeBron le impulsó primero la idea de jugar con su hijo Bronny, algo que logró esta temporada en Los Ángeles. Ahora quiere sumar el quinto anillo, en una misión revitalizada por la llegada de Luka Doncic. LeBron ya tiene un heredero en los Lakers, un ganador, un jugador de 26 años al que puede inspirar, polivalente y versátil como él, un generador de juego y un anotador y, lo más beneficioso de todo, alguien como el genio esloveno que por su manera de jugar (con mucho balón y gran atención de las defensas rivales) puede aliviarle la erosión de cada partido. El combo perfecto, de momento, se ha traducido en la resurrección de los Lakers, segundos en la Conferencia Oeste después de ir décimos en diciembre. Es el equipo con los mejores números en los últimos 20 partidos.
No es aventurado decir que LeBron está en las conversaciones para ser elegido MVP. El 'abuelo' se llevará votos, aunque Shai y Jokic parecen los jugadores más legitimados en la pugna por el trofeo. Estar en el debate con su edad es inaudito, como si Modric peleara otra vez por el Balón de Oro a sus 39 años. Robert Horry, que tiene siete anillos y vio muchas cosas en la NBA, lo tiene claro. "Si Lebron James recibiera las mismas faltas que Shai, estaría promediando más de 30 puntos por partido y no habría dudas sobre quién sería el MVP porque es mucho mejor, físicamente, más fuerte. En la liga, cometerías un error grave si le dieras el premio a alguien que no sea él en este momento".
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