Cuando Sadiq daba miedo en las áreas rivales

Umar Sadiq es el primer fichaje del Valencia en este complicado mercado invernal para el equipo che, que además de estar fondeando el pozo de la clasificación, está viendo como un terremoto institucional sacude, día sí, día también, los cimientos de Mestalla. No hay dinero para grandes dispendios y, aunque la llegada de Corberán al banquillo parece haber revitalizado algo al equipo, lo cierto es que el ambiente pesimista llena sus graderíos de una percepción temerosa de caer, de nuevo, a Segunda División, algo que no sucedía desde 1986.

El anterior descenso sucedió en 1930. Casi cien años con sólo dos cursos en la categoría de plata en un riesgo real. Las apuestas de Betfair lo consideran el tercer candidato a bajar con una probabilidad implícita del 52% a descender. Evitar semejante situación depende de recuperar a Sadiq como el asesino del área que siempre fue.

Un recambio ideal

Porque ahora Sadiq está más cercano al meme que al mérito. Su situación en la Real Sociedad ha bajado muchos quilates el cartel deportivo de un delantero que, sin embargo, cuando llegó a Donosti, parecía ser el recambio indicado para Isak. El sueco se marchó al Newcastle a cambio de 70 millones de euros y la directiva txuri-urdin decidió invertir algo de ese dinero en una apuesta de futuro que, con todo, parecía bastante segura. El Almería, recién ascendido a Primera precisamente a lomos de la capacidad goleadora de Sadiq, vendió al ariete nigeriano por 20 millones de euros.

La operación parecía redonda para todas las partes. Para la Real, porque encontraba un buen recambio de futuro. Para el Almería, porque recibía una buena inyección económica por un jugador por el que se gastó nueve millones de euros cuando lo firmó del Partizan de Belgrado. Y para el jugador porque daba el salto a un equipo de mayores aspiraciones que los almerienses.

Un killer en Segunda

Todo iba bien. Muy bien de hecho. Apenas se estrenó, el atacante vio puerta. Parecía que su buena racha con el Almería (hizo dos goles en las tres primeras jornadas del campeonato) continuaría... hasta que la rodilla dijo basta. Ante el Getafe, a los 38 minutos, se rompió por lo que restaba de temporada. Y ahí empezó una pesadilla que lo ha perseguido hasta que ahora ha dejado Anoeta para tratar de revivir en Mestalla.

Por el camino, una temporada en blanco y otra y media sin apenas tino: 47 partidos, sólo tres goles. No es un buen bagaje para un jugador que, sin embargo, en el Almería, en Segunda División, aniquilaba porterías con una facilidad excelsa. Tanto es así que sumó 41 goles en dos cursos consecutivos en los que ejerció como recambio de Darwin Núñez, ahora en el Liverpool, tras su salida desde el conjunto andaluz al Benfica.

Y eso que Sadiq no siempre estuvo en las mejores condiciones de competir. Su presencia regular con Nigeria en una categoría, la Segunda, que no para por los parones internacionales, hizo que no siempre estuviera a disposición de sus entrenadores. Ese olfato goleador, esa capacidad para matar al espacio y en el área es lo que quiere usar el Valencia para salir del pozo. Por de pronto, en su debut, se le vio una versión más dinámica de la de los últimos partidos en una Real en la que se sabía desahuciado. La esperanza de nuevos proyectos quizá lo revitalizan. Sadiq es la fe del Valencia.