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Una multitud enfervorizada, convertida en una inmensa marea amarilla, se entreg a los jugadores de la seleccin de Sudfrica tras atiborrar el exclusivo barrio de Sandton, en Johannesburgo. Los hombres del tcnico brasileo Carlos Alberto Parreira se pasearon a bordo de un autobs descapotable entre una masa ocenica por incontable, que aguant estoicamente durante horas bajo un sol que caa a plomo la llegada de los 'bafana bafana'.

Los aficionados no volvern a ver tan de cerca a los jugadores sudafricanos hasta que finalicen su participacin en el Mundial, pero experimentaron algo parecido a los que deban vivir los Beatles cada vez que en los sesenta salan de un avin.

"Ha llegado el momento, por fin el Mundial est aqu!", gritaba una seora negra, de la etnia zul, con una caja de galletas por sombrero. Khune, Parreira, Pienaar o Modise recibieron la ovacin cerrada de la multitud, que compareci vestida con la elstica de Sudfrica y ataviada con pelucas, cascos y complementos de todo tipo, cuanto ms estrafalarios mejor, para convertir la maana en una autntica fiesta.

Suele asegurar Parreira que los 'bafana bafana' necesitan del apoyo incondicional de la aficin, que con cincuenta millones de personas detrs es imposible que lo hagan mal, y pudo comprobar una vez ms que por la grada no va a quedar. Se haba pedido a los sudafricanos que a medioda hiciesen un alto en el camino, sacasen sus 'vuvuzelas' a la calle y las hiciesen sonar, una letana atronadora que ya no ces hasta bien entrada las tres de la tarde, en medio de una jarana fenomenal.

Los 'bafana bafana' se entrenarn a puerta cerrada en el Soccer City este jueves, vspera del partido de inauguracin contra Mxico, para el que no queda ni una sola entrada y en el que, sin duda, contarn con el ruidoso apoyo de su aficin.