Tras el fallecimiento del Papa Francisco I el pasado 21 de abril de 2025, la atención mundial se centra en el cónclave que elegirá a su sucesor. Sin embargo, también surgen interrogantes sobre el funcionamiento interno del Vaticano, especialmente en lo que respecta a la remuneración de sus trabajadores.
El Vaticano emplea tanto a personal religioso como laico en diversas funciones istrativas, de seguridad y logísticas. Contrario a la creencia de que todos los trabajadores son voluntarios, muchos reciben salarios por sus labores. No obstante, la transparencia en cuanto a las remuneraciones ha sido limitada, generando especulaciones sobre las diferencias salariales entre los distintos roles dentro de la institución.
Medidas de austeridad
Durante el pontificado de Francisco I, se implementaron medidas de austeridad para enfrentar déficits presupuestarios agravados por la pandemia de COVID-19. En 2021, se redujeron los salarios de los cardenales en un 10%, y en 2024 se eliminaron ciertos complementos salariales y bonificaciones. Estas acciones buscaban garantizar la sostenibilidad económica sin recurrir a despidos, especialmente entre los empleados laicos.
El Papa Francisco I no percibía un salario asignado, aunque sus necesidades personales eran cubiertas por la Santa Sede. Esta práctica es común entre los pontífices, quienes disponen de fondos istrados para su manutención. El Vaticano se financia a través de donaciones, el Óbolo de San Pedro, ingresos por turismo religioso, venta de sellos y monedas conmemorativas, y rendimientos de inversiones financieras.
Los sueldos del Vaticano
Residencias de alto nivel a precios simbólicos dentro del Vaticano, exclusivo a comercios con tarifas muy por debajo de las del resto de Roma y atención médica totalmente gratuita son solo algunos de los beneficios adicionales de los que gozan estos altos cargos. Los cardenales, situados en la cúspide de la jerarquía eclesiástica tras el pontífice, no solo reciben asignaciones mensuales que rondan entre los 4.000 y 5.000 euros, sino que también disfrutan de ventajas económicas poco comunes. El resto de los trabajadores del Estado vaticano, especialmente los laicos, reciben sueldos más modestos, que varían entre los 1.300 y los 3.000 euros mensuales, según el rol y las responsabilidades asumidas. Unas cifras similares a las que perciben sacerdotes y obispos, cuyos salarios oscilan entre los 1.500 y los 2.500 euros al mes.
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