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Tarteso es sinónimo de misterio y fascinación desde que fue citado por Heródoto en sus escritos. Un conjunto de pueblos y una cultura que se desarrollaron entre el siglo IX a.C. y el siglo V a.C. y que destacaron por su vibrante actividad comercial con los pueblos del Mediterráneo. Ahora, una gran exposición en el Museo de Huelva intenta arrojar luz sobre este mundo del que tanto queda por descubrir.
La Joya: vida y eternidad en Tarteso es una exposición que puede verse hasta enero de 2026 en Huelva y que destaca por albergar 200 piezas, muchas de ellas nunca antes exhibidas, procedentes de la necrópolis del Cabezo de La Joya. Tartessos era el nombre con el que los griegos designaron a una remota región de Occidente que se desplegaba por las provincias de Cádiz, Sevilla, Badajoz y Huelva junto al Algarve portugués.
En ese contexto, la vieja Onoba se posiciona como uno de los centros clave para entender esta cultura. Y, en concreto, en el Cabezo de La Joya, donde en 1969, salió a la luz de manera accidental y en pleno centro de la ciudad, una necrópolis con 33 tumbas que contenían singulares ajuares. Gracias a su investigación, hoy podemos conocer cómo se organizaba la sociedad tartésica. Un primer hallazgo que irá seguido de otros tras una intensa labor arqueológica que se ha prolongado hasta nuestros días.
Gran parte de esos hallazgos pueden verse ahora en el Museo de Huelva en La Joya: vida y eternidad en Tarteso, una exposición que ha contado con la colaboración de ArqueoHuelva y el patrocinio de la Fundación Atlantic Cooper y que está llena de detalles en su discurso expositivo. Entre otros, el exquisito aguamanil, un timiaterio, una arqueta de marfil, alabastros, un colgante de ámbar y oro y la recreación de un carro tartésico que es la auténtica joya de la muestra.
"Esta exposición marca un antes y un después para la ciudad de Huelva", explica Jorge Cotallo, director de ArqueoHuelva, la asociación que lleva años reclamando la importancia que se merece la necrópolis de La Joya. "No podemos olvidar que, con lo encontrado allí pero también en el cabezo de San Pedro y en las calles Méndez Núñez, Concepción y Puerto daría para hacer un Museo de Tarteso en Huelva", añade este divulgador que valora el trabajo realizado por los arqueólogos en esta zona.
Piezas nunca antes exhibidas explican cómo eran las sepulturas del pueblo tartésico dedicadas a los más significativos de aquella comunidad. Rodeados de artículos de lujo, los fallecidos eran inhumados y cremados junto a sus objetos más preciados subrayando así su carácter simbólico. "Es como meterte en las entrañas del cabezo", matiza Cotallo al ser preguntado por la narración y la puesta en escena de una muestra que comienza con ilustraciones del cortejo funerario realizadas por Rafael Septién.
La exposición La Joya: vida y eternidad en Tarteso cuenta con un documental de 17 minutos y reproducciones de los enterramientos para que el espectador tenga una visión más completa y cercana de la singularidad de sus ritos funerarios. También pone en valor la labor realizada por los arqueólogos onubenses que no han desistido en su lucha por la necesidad de la investigación y la conservación de todo el complejo tartésico que se esconde bajo la ciudad.
"Esperamos que tanto la gente de Huelva como la de fuera pueda conocer más del legado de Tarteso", matiza Jorge Cotallo de ArqueoHuelva, quien señala la próxima celebración de un congreso científico sobre Tarteso en otoño y numerosas actividades para el público relacionadas con la muestra como talleres y visitas guiadas. Y, como reflejo del interés registrado por esta exposición, añade la petición de piezas por parte de distintas instituciones, incluso a nivel internacional. Entre ellas, "el Metropolitan de Nueva York, donde sueño que vayan acompañadas del carro".
En la parte final destaca la recreación de la excavación realizada en La Joya denominada Tumba 17 tras su hallazgo en 1971. Una forma extraordinaria para conocer cómo fue el hallazgo y, de manera general, poner en valor el trabajo los arqueólogos.
En la última sala y como gran broche final aparece ante el visitante la recreación del carro tartésico, que está acompañado de las piezas originales halladas en La Joya. Su realización a escala real ha sido posible tras amplios estudios y con la ayuda de ingenieros, arqueólogos y artesanos. El resultado es impresionante y permite apreciar cómo pudo ser el citado carro y su importancia como símbolo del estatus del fallecido.
La buena noticia es que esta exposición tiene aspiraciones de convertirse en parte de la colección permanente del Museo de Huelva, sumando nuevas piezas que no han podido ser exhibidas en esta ocasión por falta de espacio o por estar en proceso de restauración. Huelva ya es la clave para entender la protohistoria peninsular.