Los países acostumbran a respetar el espacio aéreo de cada nación, si bien esto no siempre se produce y, por lo tanto, se dan situaciones un tanto extrañas y complicadas que pueden poner en serio riesgo la integridad y la seguridad de una población. Es por ello que lo conocido en territorio estadounidense, más concretamente en Alaska, supone un giro inesperado en sus relaciones con la Federación de Rusia.
Al parecer, el pasado 14 de abril, Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) tuvo conocimiento de que alrededor de seis aparatos de origen ruso estaban sobrevolando dentro de la llamada Zona de Identificación de Defensa Aérea (ZIDA), a alrededor de 463 kilómetros de la isla Shemya.
La complicada relación entre EEUU y Rusia
No fue hasta el pasado 19 de abril que se conocieron los hechos, gracias a la difusión del propio Departamento de Defensa de EE.UU, que anunció la operación que puso en marcha a aviones de combate F-35A Lightning II de la Fuerza Aérea de EE.UU, y que tuvieron como objetivo disuadir a los aparatos rusos en una zona situada entre el este de Rusia y el oeste de Alaska.
Entre los aviones interceptados se encontraban dos Tu-95 ‘Bear H’, es decir, aviones de largo alcance empleados en ataques tanto nucleares como más tradicionales. También se halló otro avión de patrulla marítima, otro de alerta temprana y dos de combate multifunción.
Se informa de que, si bien todos los aparatos rusos se mantuvieron dentro del espacio aéreo internacional y no traspasaron las ‘fronteras’ aéreas de Estados Unidos y Canadá, la estancia de todos los aparatos en una zona tan cercana a territorio del país que dirige Donald Trump supone un serio riesgo para la seguridad. Cada aeronave que traspasa la ZIDA de Alaska debe identificarse y mostrar su plan de vuelo.
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