A pesar de las últimas lluvias y que en breve arranca la fase de deshielo de los Pirineos, a día de hoy, 27 de marzo, Cataluña sigue atravesando una de las sequías más severas de su historia, con consecuencias alarmantes tanto para el medio ambiente como para sectores clave de su economía. De acuerdo con la Agencia Catalana del Agua (ACA), las reservas hídricas han caído al 59,36% de su capacidad total, situando a la región en un escenario crítico.
La sequía se originó en el otoño de 2020 y se intensificó especialmente durante la primavera de 2021. Desde entonces, la falta de lluvias ha sido persistente y se agravó aún más durante los años 2022 y 2023. En total, Cataluña acumula ya tres años consecutivos con precipitaciones muy por debajo de lo habitual, duplicando la duración de la peor sequía registrada hasta ahora, la de 2008, que se prolongó durante 18 meses.
Un panorama preocupante en los embalses de la región
Actualmente, el nivel de los embalses se mantiene en mínimos históricos, con solo un 59,36% de su capacidad disponible. Las cuencas internas, con una capacidad cercana a los 700 hectómetros cúbicos (hm³), resultan esenciales para garantizar el suministro de agua a los 7,5 millones de habitantes de la región, cuyo consumo diario ronda 1 hm³ en condiciones normales.
Las reservas de agua en la región se han reducido al 59,36%
La prolongada sequía ha dejado huella en los ecosistemas catalanes y ha golpeado especialmente a sectores vulnerables como la agricultura y la industria. Ante este escenario, muchas comunidades han tenido que recurrir a medidas de ahorro y restricciones en el consumo de agua.
Infraestructura hidráulica: la columna vertebral del suministro en Cataluña
La red de embalses en Cataluña consta de 19 presas principales: 10 situadas en la parte catalana del río Ebro y 9 en las cuencas internas y el tramo internacional del río Garona. Las cuencas internas, gestionadas en parte por la ACA, disponen de una capacidad total de 683,66 hm³ y son fundamentales para cubrir las necesidades urbanas, agrícolas e industriales de la región.
Entre ellas destaca el embalse de Sant Antoni, el mayor de Cataluña, construido entre 1913 y 1916. Con una capacidad de 205 hm³, no solo abastece de agua a diversas zonas, sino que también genera hasta 300.000 kW de energía eléctrica, desempeñando un papel clave en el equilibrio energético e hídrico de la región.
Medidas frente a un futuro incierto
Con un horizonte que no augura mejoras inmediatas, las autoridades siguen vigilando estrechamente la situación y publican actualizaciones diarias sobre el estado de las reservas, conocidas como "la gota". Paralelamente, se están aplicando estrategias para promover un uso más eficiente del agua y reducir el impacto de esta prolongada sequía sobre la población y la economía catalana.
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