La geografía española está repleta de sitios magníficos, pero que muy pocas personas se atreven a visitar debido a que, en parte, son desconocidos y no acostumbran a ser publicados en la mayoría de guías turísticas. Es el caso de este rincón de Jaén, que apenas tiene turistas y que esconde una serie de formaciones geológicas que son prácticamente únicas en el mundo.
Para hallar estas maravillas de la naturaleza tan sólo hay que dirigirse a Larva, una pequeña localidad que se ubica en el sureste de la provincia andaluza; concretamente, entre las Sierras del Pozo y Sierra Mágina. Su paisaje es semidesértico y tiene una serie de aspectos que destacan por encima del resto.
Si uno se acerca a Larva, observará todo tipo de barrancos y torrenteras, lo que da un aspecto muy característico a esta población jienense. A ello se suman sus pastizales, tomillares y espartizales.
Todo ello da una idea del tipo de economía que se mueve en la zona, siendo prominentemente agrícola, con especial atención a los cereales, los olivares, las alcaparras y la ganadería ovina.
Qué ver en Larva, más allá de sus formaciones geológicas
Pero Larva, además de lo mencionado anteriormente, también tiene otros puntos fuertes, como su arquitectura. Por ejemplo, su iglesia de San Pedro Apóstol, que data del siglo XVIII. Además, cualquiera que desee pasear por el pueblo y contemplar sus muchos beneficios, puede sumar a su recorrido El Castellón, unos increíbles restos de una fortaleza ciclópea íbera de los siglos II y I a.C.
Otro punto de interés bien puede ser su antiguo Ayuntamiento, cuya fachada es toda una muestra del clasicismo de Larva. A día de hoy, eso sí, es un albergue municipal. También sobresale El Tejar de los Moros, uno de los asentamientos medievales más espectaculares de España.
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