- Castilla y León La atalaya de origen celta que marcó la historia del Bierzo y que defendió el paso estratégico entre León y Galicia
A menos de 100 kilómetros del corazón de la Ciudad Condal podemos encontrar uno de esos lugares que nos devuelven 1000 años atrás para tratar de conocer cómo se vivía en el pasado milenio, además de la manera más modesta posible, dentro de un monasterio donde se guardaban los votos de pobreza, retiro y de castidad.
En esta ocasión nos estamos refiriendo al monasterio de San Pedro de Casserres, que se ubica casi en la punta de un meandro del río Ter, en un incomparable paraje, retirado del ruido y con unas vistas increíbles del entorno que invitan a la meditación. Este monasterio es el único de orden benedictino en Osona, situado en Les Masies de Roda, y que fue construido bajo el sustento de la familia vizcondal de Osona.
Antes del monasterio, hubo un castillo
Hay documentos que indican que antes del monasterio, en el año 898, había un castillo en este lugar con una capilla dedicada a San Pedro, pero fueron los vizcondes los que decidieron convertirlo en monasterio, aunque hay una leyenda que dice que fue construido sobre las reliquias de un niño de los vizcondes que se conservó momificado. Al parecer, el niño habló tan solo tres días después de haber nacido, indicando que moriría antes de 30 días y que tras fallecer, su cuerpo se colocase en un arca sobre una mula y que una vez que la mula caminase, al detenerse, en ese lugar se construiría un monasterio para adorar a San Pedro.
La vida en comunidad en el monasterio empezó en 1012 y, ya en el siglo XIII, la comunidad aumentó pero nunca se pasó de 12 o 13 personas viviendo en el lugar. Fue entre los siglos XIV y XV cuando la vida comunitaria decayó hasta el punto de que en el siglo XV tan solo eran dos los monjes que había en este lugar.
Un edificio que hoy se puede visitar
Fue en el año 1572 cuando este monasterio se unió al Colegio de los Jesuitas de Belén de Barcelona, del que fue una simple posesión o granja. Con el paso de los años, la edificación pasó a manos de la familia Arisa-Pallàs de Les Masies de Roda, que le mantuvo como masoveria hasta el año 1991, y fue en ese momento cuando la adquirió el Consejo Comarcal de Osona con el fin de llevar a cabo, junto con la Generalidad de Cataluña, la restauración del conjunto del monasterio durante los años 1994 a 1998.
En la actualidad, en el monasterio se recrea la vida del siglo XI en una exposición que interpreta cómo vivían los monjes en Casserres, mediante la recreación de las salas que han conservado la misma disposición a lo largo de los siglos.
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