Hoy he venido a Barcelona para celebrar mi primer Sant Jordi.
Me hacía mucha ilusión vivir in situ un día tan bonito y especial, en el que es tradición regalar una rosa y un libro.
No es muy habitual ver cómo belleza, conocimiento y entretenimiento van de la mano de una forma tan natural.
No es muy habitual, salvo que seas aficionado del Fútbol Club Barcelona y vayas cada partido a Montjuic a ver jugar al fútbol a Pedri González, claro.
Lo del canario anoche volvió a ser una absoluta exhibición.
Hubo un tramo durante la primera mitad en el que entró en trance y comenzó a regalar goles a unos compañeros que parecían fallarlos sólo para que Pedri tuviese que inventarse un truco mejor.
Fue un espectáculo.
Si algo está demostrando esta temporada de forma definitiva, es que Pedri es un centrocampista que es capaz de combinar la creatividad característica del mediapunta con el orden que necesita todo interior que juega en la base de la jugada.
A comienzo de temporada teníamos la duda de si Pedri terminaría siendo una cosa o la otra, pero en realidad Pedri es las dos.
Mi sensación, de hecho, es que Pedri ha conseguido retrasar la mediapunta del Barça veinte metros en el terreno de juego, haciéndola todavía más indefendible para el rival.
Sus pases, afilados y precisos, verticales pero inteligentes, aceleran constantemente la jugada desde una zona del campo que el conjunto contrario no puede defender de la misma forma que defiende la zona de tres cuartos.
Ayer, ante un RCD Mallorca que sólo pudo defender por acumulación, Pedri dio seis pases que acabaron en disparo de un compañero.
Lo hizo sin necesidad de pisar la frontal del área.
Sin necesidad de descolgarse y abandonar su posición.
Lo hizo como lo hacía Andrea Pirlo, desde la distancia y con la tranquilidad del arquero que ve el campo de batalla de cara, sin padecer la confusión que genera el combate cuerpo a cuerpo.
Aunque lo mejor de todo es que Pedri no es exactamente la pausa que ordena el vértigo del Fútbol Club Barcelona.
Pedri es el cambio de ritmo que ordena y acelera el vértigo del conjunto de Hans Dieter Flick.
Esto le convierte en un centrocampista de otro nivel.
De un nivel que sólo Vitinha ha sido capaz de alcanzar esta temporada.
Y, en mi opinión, siendo un fan absoluto del portugués, no lo ha hecho con la brillantez del canario.
Ni con su constancia.
Porque a todo esto que estoy contando hay que sumarle que ayer Pedri recuperó 18 balones en total.
Esta es la cifra más alta de un futbolista en toda la temporada de los 98 equipos que componen las cinco grandes ligas.
¿Y sabéis quién tenía antes el registro más alto?
Pedri, con 17.
Un balón o un libro y una flor, qué más da.
Para Pedri, todos los días son Sant Jordi.
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