"La diferencia es Pedri"

Alguien con mucha sabiduría dijo un buen día que el fútbol se gana en las áreas, pero se merece en el medio del campo. Tenía razón.

No encontraremos un equipo campeón sin un buen portero, sin un buen delantero y tampoco sin ese centrocampista que marque la línea a seguir y engarce el fútbol defensivo y ofensivo con sutileza.

Siempre recordaremos que el Barça de Messi tuvo a su Zamora en Valdés pero a una medular de ensueño con Xavi e Iniesta como piezas estelares. El Madrid de las Champions tuvo en Courtois o antes en Navas a un guardián casi inexpugnable y en Cristiano o Benzema a ese nueve letal para resolver partidos y eliminatorias pero la pareja Kroos-Modric dotó de un liderazgo y un estilo inalcanzable para los demás rivales.

Y así encontramos a este Barça de hoy en día. Con un Raphinha que no maneja ni los números de Lewandowski ni el carisma de Lamine, pero es, de largo, el mejor jugador de ataque que tiene Hansi Flick cuya apuesta por Szczesny ya comienza a dar resultados ganadores. Nadie se acuerda ya de Iñaki Peña y de lo que significó aquel soro en Arabia en la Supercopa de España. Y entre medias, Pedri. La exquisitez más absoluta no carente de entrega y sacrificio. Nunca le habíamos visto jugar a semejante nivel. Intuíamos que podría alcanzarlo, pero entre lesiones y asuntos varios dejó escapar unos cuantos meses de su incipiente carrera.

Hoy es un jugador diferencial, estelar, capaz de agarrar una silla y sentarse en la mesa de esos centrocampistas que organizaron un equipo en torno a la pelota que adiestran con mimo. Corriendo más de trece kilómetros. Sí, más de trece kilómetros, distancia que ni Tchouameni, Camavinga, De Paul o Barrios, por citar del Madrid y del Atleti corrieron en el derbi del Bernabéu.

Un espectáculo, una suerte que haya nacido en Tegueste, un comodín para este Barcelona que no renuncia al triplete con un jugador como Pedri que vuelve a acreditar que vale por tres.