Brahim Díaz. Ese es el nombre que ha encadilado al madridismo y que ayer volvió a hacer una de las suyas. Una jugada con el balón cosido a la bota izquierda, antes de pegar un zurdazo duro y contundente e inalcanzable para Gulacsi.
Brahim tenía la difícil misión de sustituir a un Bellingham desatado, aunque ahora frenado por el tobillo, y cumplió para volver a ser ese futbolista que sin hacer ruido ha tumbado a puñetazos la puerta de la titularidad. Con el 0-1, el Madrid deja encarrilada la eliminatoria, pero lo hizo sufriendo y con un gran Lunin, que fue sin duda el otro gran nombre propio en Alemania.
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