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¿Cómo será el deporte en 2050?

Investigadores de la UCAM y otros agentes del sector dibujan los avances que se podían  producir de la mano de la ciencia, en especial la Inteligencia Artificial

Un robot juega contra un palista al tenis de mesa en Shanghai
Un robot juega contra un palista al tenis de mesa en Shanghai
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Cuartero y su equipo ya han logrado verdaderos hitos como medir el lactato en tiempo real. Junto con la empresa belga IDRO, participada por la Unión Europea, y la universidad KTH de Estocolmo, han desarrollado el sistema que recoge on line en el teléfono del entrenador los datos rescatados del sudor. “Las primeras pruebas las hicimos con el Comité Olímpico Sueco con ciclistas y ahora nos pasamos al atletismo”. El grupo de Enrique Pascual, que dirige entre otros al campeón de España de maratón Ibrahim Chakir, lo pondrán en práctica.

La simulación de escenarios reales es un punto en común entre los expertos. “Y hay que añadir que los deportistas se van a sumergir en escenarios psicológicos de igual presión que si estuviesen jugando la final de la Champions con la realidad virtual”, expone Pedro Emilio Alcaraz, catedrático de Ciencias del Deporte y director del centro de investigación de alto rendimiento de la UCAM.

Su visión se amplía a imaginar entrenamientos “de baloncesto, por ejemplo, donde el cinco titular se enfrentaría a robots que están programados en las mismas defensas que el equipo rival desarrolla. Veremos simulaciones de un momento concreto. Los entrenamientos sin la presencia de la Inteligencia Artificial no se entenderán. Dependiendo del momento de la temporada, se programarán algoritmos para atacar modelos de juego. Esto y esto en concreto. Y luego entrenamientos muy individualizados”.

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El profesor no descarta la aparición de cápsulas ingeridas por la mañana para entender el comportamiento interno del organismo “o microchips dentro de la sangre que informarán de qué ha pasado en tiempo real, el daño muscular, el comportamiento de la K, el índice de lactato, el desarrollo de la hipertrofia a nivel hormonal...”.

La brecha digital

El riesgo que afronta esta escalada tecnológica es la brecha digital. Los grandes clubes, las potencias tendrán a unas herramientas que no tendrán países en vías de desarrollo, lo que seguramente provoque una grieta singular. Cuba —hasta Pekín 2008— y Rumanía se movieron en los puestos nobles del medallero olímpico a finales de los 90; ahora no salen hasta la tercera hoja por falta de inversión. Son dos ejemplos que ilustran lo que puede venir. “Está sucediendo ya en la cultura, las posibilidades profesionales o la educación”, describe Arcas. “Aún veremos algún milagro porque si no se perderá la esencia del deporte que es que el pequeño pueda ganar al grande. La ética del deporte se va a someter a juicio. Habrá que inventar una legislación que prohíba las injusticias del doping tecnológico. Acuérdense de lo que pasó con los bañadores a principios de siglo, las zapatillas de Kipchoge o la limitación de la UCI al peso en las bicicletas”.

El dopaje farmacológico también promete tener una fase de intensidad. Muchos de los consultados apuntan a que ya se está practicando genéticamente, aunque no al grado de perversión que apuntan desde la UCAM. “En países con sed de éxito, si empiezan con niños, ¿cómo saber que la genética está alterada?”. La llegada de la edición genética CRISPR-Cas9 y la neuropreparación nos ha acercado significativamente a la posibilidad de mejorar genéticamente a los humanos, transformando conceptos que antes estaban confinados a mundos imaginarios. “Ya se ha visto en ratones que parecen culturistas. Bloqueas una enzima y se hiperdesarrollan”. La fuerza, la resistencia y la reducción de los tiempos de recuperación serán cuestiones trascendentales.

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Otro consensuado campo de avance en los próximos años será el sueño. La estimulación magnética transcraneal y la estimulación del nervio vago mejoran la función cerebral y la resistencia al estrés y han demostrado ser prometedoras para mejorar la calidad del sueño. “Tiene que evolucionar mucho más”, sostiene Alcaraz. “Igual que hay estrategias para subir a la montaña, se trazarán a la hora de afrontar una competición. Esas 8 horas de sueño se tienen que maximizar. Todo estará tan detallado por la IA que nosotros nos limitaremos a ejecutar lo que nos digan”.

Esta dependencia obliga a pensar que deportes como el ajedrez parecen estar condenados, al menos, en su versión online. “Fueron los primeros que dibujaron esto con el enfrentamiento entre Deep Blue y Kasparov”, recuerdan al alimón los científicos de Murcia. El ejemplo del dominio de los algoritmos llegó en un juego de las mismas características, el GO chino, un juego con 2.500 años de historia que se juega en un tablero de 19x19 líneas y cuya leyenda Lee Saedol fue derrotado en 2016 por la máquina.

“Una victoria humana ya es algo aislado. Pero es que el algoritmo empezó a jugar al GO por si mismo. No aprendió las reglas, sino que aprendió estrategia a base de jugar millones de partidas diarias. Fue un proceso similar al del ser humano”, apunta Arcas, que también cree que, con la legislación adecuada y exoesqueletos que directamente se adaptan al cuerpo de gente con discapacidades, se podrían ver carreras que enfrentasen a olímpicos y paralímpicos.

El papel del espectador

Paralelamente al ejercicio, el gran avance de la realidad virtual y la inteligencia artificial será en la manera de consumir la actividad. “Este será uno de los avances sin duda de Los Ángeles 2028”, auguró Thomas Bach, el presidente del COI en una entrevista en MARCA el mes pasado. “La IA está yendo tan rápido que el ser humano no puede seguirlo. Nosotros los científicos estamos con la sensación de cada vez hay más cosas y no llegamos a todo”, dice Arcas. “Ya hay programas en el que tiras unas líneas desde las extremidades, le das al play y te da en tiempo real los datos. La visión ya es individualizada y de 360 grados. La mezcla entre digitalizar todos los conocimientos en textos y vídeos y la capacidad de cómputo es asombrosa. El , además, de los datos tendrá la oportunidad de ver con las gafas un partido como si estuviera en el palco o desde el centro del campo”.

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Sobre la mesa, en Alemania, ya han aparecido ideas como la de sobrevolar drones y entrevistar al futbolista antes de tirar un penalti. Se desestimó por la polémica que trajo. Serán tiempos de cámaras corporales y mucho dato. Cualquier ángulo de imagen que se pueda pensar, se podrá ver. Incluso interno, de agotamiento y similares. “El freno lo pondrán los entrenadores y las leyes de protección de datos. Nada más”.

¿El fin de la épica?

Tanta dependencia de las máquinas puede provocar la ausencia de un componente trascendental en el deporte: la épica. “Se podría llegar a disponer de tanto conocimiento que podría haber duda sobre traspasar los umbrales por miedo al fallo o al desfallecimiento. ¿Quién es capaz de ordenar que frene a gente como Indurain o Pogacar en una etapa del Tour?”, se pregunta Arcas. “Esperemos que esto no ocurra nunca”.

“Quizás pueda sonar a exageración. Pero estamos creando competiciones de superdeportistas contra superdeportistas. Sólo el fallo permitirá la victoria. Como en las tres en raya”, reflexiona Alcaraz.

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Arcas, que iba para vallista de 400, pone algo de esperanza en el avance tecnológico. “Al final el deporte es una actividad humana que va a seguir siendo humana porque las maquinas no van a querer hacer deporte, no van a tener las sensaciones que te empujan a hacer deporte, la defensa de unos colores que quieres vivir o la necesidad de preservar tu salud. Aün habrá gente que quiera participar en el deporte por salud, por mejorar sus marcas personales y, luego, la vertiente más competitiva del espectáculo, seguirá queriendo ver una competición de alguien contra alguien. Eso no cambiará”.

Cero emisiones

El deporte del motor se enfrenta, además, al reto de la sostenibilidad. FIA y FIM, legisladoras, trabajan en un plan para reducir al máximo las emisiones, mientras sobrevuela la idea de que en algún momento, dado el banco de pruebas que siempre son para los utilitarios, se impondrán las fórmulas eléctricas. Los motores de combustión interna habrán desaparecido, suplidos probablemente por baterías ultraligeras de carga instantánea u otros sistemas como el hidrógeno o biocombustibles sostenibles. “Es difícil entender las pruebas de motor sin ruido”, suelen repetir los aficionados.

En cambio, la tecnología posibilitará vivir plenamente las carreras con cascos de realidad aumentada y virtual y, echándole imaginación, es posible que existan retos con vehículos conducidos por robots frente a humanos por trazados urbanos. Y quizás ya no sean solo con las cuatro ruedas sobre el asfalto. El cine es algo que también ya lo ha previsto de antemano. 

Los deportes de nieve y el cambio climático

Los deportes de nieve tienen por delante el desafío del cambio climático. “Además de la posibilidad de pruebas indoor que replicarán condiciones como ya existen en Dubai y Noruega”, explica May Peus, presidente de la Federación Española (RFEDI), “mi visión de 2050 se apoya en la tecnología a la que acudirán las estaciones para producir nieve artificial más eficiente y ecológica, aprovechando energías renovables y minimizando el uso de agua. Sin embargo, esto implicará un aumento en los costos y en la desigualdad de a las instalaciones”.
Peus futuriza sobre el “desplazamiento hacia regiones más frías: Es probable que los eventos de gran envergadura, como los Juegos, se desplacen a latitudes más altas o áreas montañosas donde las condiciones invernales sean menos afectadas, como las zonas árticas o subárticas. En conclusión, en 2050 el deporte será una mezcla de tradición y adaptación tecnológica, con el desafío de mantenerse vigente en un planeta en transformación”.

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