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El Valle de México despertará este viernes 11 de abril envuelto en una brisa que acaricia, con el cielo despejado como un lienzo limpio, y con la promesa de un calor que se irá deslizando, poco a poco, sobre los techos, los árboles y las calles.
La madrugada será una pintura en tonos fríos: el aire fresco recorrerá las avenidas silenciosas y, en las montañas del Estado de México, se sentirá como un suspiro helado que baja desde las cumbres. Quienes salgan temprano, lo harán entre nieblas ligeras y temperaturas que apenas rozarán los 9 grados centígrados. Pero será solo cuestión de tiempo.
¿Cuál será la temperatura máxima en la CDMX?
Porque a medida que el sol se alce, la ciudad irá cambiando de ánimo. El calor se instalará como una caricia intensa, envolviendo con firmeza los cuerpos y el concreto. La Ciudad de México alcanzará los 27 °C por la tarde, y aunque el sol brillará con generosidad, no será un calor agresivo, sino más bien de esos que invitan a caminar sin prisa y a dejarse iluminar un ratito.
En el Estado de México, el cielo también lucirá despejado, pero el aire traerá consigo un murmullo del océano Pacífico. Nubes dispersas se colarán sin hacer ruido y podrían dejar caer algunas gotas tímidas, apenas perceptibles, sobre ciertos rincones del estado.
Y ahí estará el viento: protagonista sutil pero imponente, danzando entre los árboles y alborotando las faldas y los pensamientos. Soplará desde el norte con fuerza moderada, pero a ratos se convertirá en ráfaga impetuosa, alcanzando hasta 50 km/h. Podría levantar polvo, revolver memorias y recordarnos que el clima, a veces, también tiene alma.
Las recomendaciones del Servicio Meteorológico Nacional
El Servicio Meteorológico Nacional recomienda no confiarse: aunque el día luzca espléndido, la radiación solar será intensa, y los cambios de temperatura podrían jugar una mala pasada. Lo mejor será vestir con inteligencia, beber agua con frecuencia y seguir atentas las señales del cielo.
Este 11 de abril será un día para respirar hondo, levantar la cara al sol y dejarse llevar por el vaivén del viento. Un día donde el clima no solo se siente... también se escucha, se huele y, con un poco de sensibilidad, se puede hasta leer entre líneas.
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