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El silencio de una cuna vacía. Dos pequeñas vidas que apenas comenzaban a escribir su historia fueron arrebatadas por una enfermedad que, en pleno siglo XXI, sigue acechando a los más vulnerables. Puebla llora la pérdida de dos angelitos que sucumbieron ante la tos ferina, un padecimiento que, con la vacuna correcta y la prevención adecuada, podría no haber tocado sus destinos.
El secretario de Salud de Puebla, Carlos Alberto Olivier Pacheco, confirmó la devastadora noticia: dos niños fallecieron en el Hospital General Zona 20 "La Margarita", ubicado en la capital poblana. Sus nombres quizás no sean conocidos por el mundo, pero el vacío que dejan en sus familias es inmensurable. Uno partió el 28 de enero; el otro, el 27 de febrero. Dos fechas que marcarán para siempre a quienes los amaron.
El peligro de la tos ferina con los menores de edad
La tos ferina, una enfermedad respiratoria altamente contagiosa, ataca sin piedad a los más pequeños. Entre los múltiples casos detectados en Puebla, tres fueron en menores de dos años, y de ellos, dos no lograron ganar la batalla. La noticia sacude, entristece y, sobre todo, genera una pregunta inevitable: ¿cómo evitar que otra madre, otro padre, otra familia pasen por este dolor?
Las autoridades sanitarias insisten en que no hay una emergencia sanitaria, pero las cifras nos obligan a reflexionar. ¿No es una crisis cuando dos niños pierden la vida por algo prevenible? La Secretaría de Salud de Puebla asegura estar reforzando las medidas de prevención, pero la realidad es que la única manera de honrar a estos pequeños es garantizando que ningún otro niño corra el mismo destino.
La importancias de la vacuna contra la tos ferina
El eco de estas pérdidas debe transformarse en acción. La vacunación no es solo un acto médico, es un escudo protector, un abrazo de seguridad para los más indefensos. Cada padre, cada madre, cada tutor tiene en sus manos el poder de evitar que la tos ferina siga escribiendo tragedias en nuestro país.
Hoy, en alguna parte de Puebla, hay juguetes que quedaron sin dueño, risas que se extinguieron demasiado pronto y abrazos que nunca volverán a sentirse. Que su partida no sea en vano. Que cada vacuna aplicada sea un homenaje silencioso a su corta pero significativa existencia. Y que su recuerdo sea el impulso para construir un futuro donde la tos ferina solo sea un eco del pasado.
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