CAPÍTULO 4 5o6u6

Historias de dos gallitos

El final de los 80 y principio de los 90 estuvo marcado por dos pilotos geniales, Senna y Prost, que comenzaron mirándose con recelo y acabaron tirándose los trastos a la cabeza. Prost estaba asentado en McLaren, y la llegada de Senna, procedente de Lotus, no le sentó nada bien, sobre todo porque el brasileño era un depredador, y como persona era un encanto que cautivó rápidamente a todos.

Prost ya se comía las uñas de antes, pero con la llegada de Senna empezó a comerse hasta los dedos, y es que el brasileño entró como un ciclón en McLaren. Senna era muy abierto, y sobre todo hábil en las relaciones humanas, todo lo contrario que Prost, que siempre miraba con ojos de desconfianza.

Hasta la llegada de Senna compensó su falta de tacto humano con su calidad al volante, pero después no bastaba eso. Se intentó hacer amigo del recién llegado, pero el brasileño, como Alonso, no estaba en la F-1 para hacer amigos, sino para ganar, y lo hizo desde la llegada al equipo en 1988. Batió a Prost en la lucha por el título, aunque el francés sumó más puntos (105 contra 94), pero sólo se contabilizaban los cinco mejores resultados de cada media temporada.

Prost nunca perdonó a Senna el haberle desplazado, y de la forma como lo hizo. Las relaciones frías se calentaron en el mal sentido cuando Prost buscó el apoyo de la prensa, especialmente la sa, con declaraciones explosivas contra Senna, entre las que estuvieron incluso alusiones a la sexualidad del rival, que después eran desmentidas por el propio piloto, dejando a sus amigos los periodistas galos en una situación comprometida en muchas ocasiones. Las chispas de dos genios...