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Holden

El curioso caso del policía australiano que se 'enamoró' de su coche patrulla

Se trata de un Holden Commodore que un policía del otro lado del mundo estrenó como coche patrulla en 2017. Pero la 'relación' entre ambos ha continuado más allá.

El coche, fotografiado para una revista de coches cuando todavía se...
El coche, fotografiado para una revista de coches cuando todavía se empleaba por la policía.Allbids

Australia no es un lugar del que habitualmente recibamos noticias los europeos. Pero de allí nos ha llegado la curiosa historia de un coche que en principio estaba destinado a pertenecer a un cliente particular, pero que por un azar de la vida terminó compartiendo horas y kilómetros con un policía al que acabó por 'enamorar', si es que se nos permite calificarlo así.

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Se trata de un Holden Commodore SS-V Redline VG Series II. Por si la marca no te suena, o por si la has oído en alguna ocasión pero no la ubicas, te diremos que se trata de un fabricante originario de Australia que pertenecía a General Motors y que cerró sus puertas de forma definitiva (aunque las marcas pueden resurgir años después) en 2020.

Pedidos por error

En 2017, año en el que se fabricó el coche, la policía estatal de Australia encargó tres Holden Commodore con motor V8 como 'vehículos de persecución'. Era lo que necesitaban: coches con 408 CV capaces de pasar de 0 a 100 en 4,6 segundos. Pero un error de quienes realizaban las peticiones de la flota hizo que llegaran a su destino en Canberra tres coches con cambio automático, cuando siempre se habían empleado coches con transmisión manual porque resultaban más efectivos y rápidos y la orden era comprarlos manuales.

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Aquello, según cuentan, desató la ira de algunos sargentos de policía hasta tal punto de que llegó la orden de que renunciaran a aquellos coches automáticos y encargaran otras tres versiones, esta vez manuales. Pero obtuvieron un "no" por respuesta: la casualidad quiso que aquella petición se hiciera justo después de que Holden hubiese dejado de fabricar el Commodore, así que no quedaba otra que buscar entre las unidades que pudieran quedar en los concesionarios.

Los tres últimos

Resultó que por suerte solo quedaban tres ejemplares como los que buscaban en todo el país, dos en un concesionario de Australia Occidental y otra en el norte de la isla. Y además eran las tres últimas unidades de alta potencia que habían salido de la cadena de montaje. Tenían el motor V8 de 6,2 litros cambio manual y frenos Brembo, y estaban pintados en colores Nirate Silver, Heron White y Light My Fire Orange.

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El policía que co protagoniza esta historia confiesa que "el día que llegaron, Billy, uno de los sargentos de tráfico, nos acompañó hasta el aparcamiento mientras fumaba un cigarrillo y nos preguntó a mí y a otros dos conductores de los coches de la persecución: ¿Qué color prefieren, chicos? Para mí fue una elección fácil: el naranja bronce metalizado era y sigue siendo un color que destacaba, y tuve la suerte de conseguir sus llaves".

Conducidos por apasionados del automóvil

Como reconoce este policía, tanto él como sus compañeros son apasionados de los automóviles y solo si tienes ciertas dotes de piloto llegas a conducir en Australia un coche de persecución. De hecho, la puerta de entrada a lo que aquí podríamos equiparar a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil consiste primero en realizar un curso de persecución en moto de seis semanas que, según confiesa, "es un rito de iniciación para convertirse en un piloto de coches y no se aprueba fácilmente". La prueba está en que su tasa de fracaso es muy alta, con clases de seis estudiantes en las que muchas veces se gradúa uno o ninguno. Y el que aprueba debe pasar al menos dos años en moto antes de ponerse al volante de los coches de persecución.

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Ya que el coche Holden Commodore, al que el policía acabó llamando "Bronce", era tan visible gracias a su color, fue designado como vehículo 'barrendero' para las visitas oficiales de dignatarios nacionales o extranjeros. Es decir, tenía que circular a velocidad no moderada al frente de las comitivas para ir 'abriendo' el terreno.

Conducirlo y cuidarlo

Y cuando acababa su labor, y dado que la falta de personal es algo común en todos los ámbitos y países, al único policía que conducía a Bronce le tocaba cuidar del coche y encargarse de llevarlo periódicamente a limpiar o a que pasara los mantenimientos de servicios estipulados por el fabricante, tal y como hubiera hecho si fuera su propietario.

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Pero pasados unos años (y unos kilómetros) llegó el momento en el que la policía tuvo que 'jubilar' a Bronce. Era como si al único policía que lo había conducido le obligaran a deshacerse de su propio coche y aquello le produjo un desasosiego. Así que investigó qué iban a hacer con el coche, supo que iba a ser subastado y pujó fuerte para ganar. Y ganó.

Así, el policía se quedó con 'su coche' de siempre. Sin los elementos añadidos (luces, emisora) con los que siempre lo había conducido y con algunos roces en los laterales y en la zona donde se instala la barra de luces en el techo. Pero ahora, por fin, podía decir de verdad que era suyo.

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