Samaranch probablemente hubiera proclamado aquello de "best Games ever" -los mejores Juegos de la historia. Se bromeaba que lo decía en todas las ceremonias de clausura. En realidad, de los cinco Juegos de verano que presidió solo Barcelona 1992 y Sydney 2000 recibieron tal consideración. En buena medida, era su forma de presionar a la siguiente sede para que los mejoraran todavía más.
Siempre es difícil comparar Juegos pues son muchos los aspectos y el contexto cambia con los años. Si Atenas 2004 conectaba con los Juegos de la Antigüedad, París 2024 con el Olimpismo moderno. Pierre de Coubertin, parisino y su principal impulsor organizó el congreso fundacional del COI en La Sorbona en 1894. Y elementos de las exposiciones universales previas fueron parte de las fuentes de inspiración de Coubertin. Pekín 2008 trajo recursos ilimitados e instalaciones quizá irrepetibles como el Nido de Pájaro o el Cubo de Agua. París en su lugar puso la ciudad como decorado. ¡Y qué ciudad y qué decorado! Belleza gratis. Tokyo 2020, precisión organizativa para manejar la burbuja COVID, ahora superada en París, garantizando además la seguridad en los estadios sin afectar un ápice la experiencia del espectador.
Solo Londres 2012 se acerca en la comparación a París 2024. Ambas citas con ambientazo en los estadios, eficiencia en el transporte y miles de voluntarios animosos y dedicados. Doce años de diferencia hicieron posible, por fin, la tecnología de venta centralizada de entradas que garantizó el lleno casi absoluto de los estadios. Solo una reventa permitida y sin sobre precio, a modo de reembolso en caso de imprevisto. La cercanía y centralidad de las sedes de París junto con la gran cantidad de áreas para disfrutar de los juegos fuera de los estadios han marcado la otra diferencia. La celebración se palpó en toda la ciudad mientras la complejísima organización transcurría en el trasfondo sin incidentes. De alguna forma París 2024 emuló a los grandes deportistas: hacer parecer fácil lo difícil. Armonía en el exceso de organizar 32 campeonatos del mundo en 17 días en una misma ciudad.
Después del vaivén político de hace un mes, Francia sale de la cita olímpica con una imagen muy reforzada. Un país que pese a su grandeza y calidad de vida vive en la contradicción de la protesta permanente. Quizás ese inconformismo es el que hace perdurar todo lo que tiene. El chascarrillo estos días fue que los Juegos consiguieron lo imposible: los parisinos no se quejaron durante dos semanas.
Después del ciclo durísimo del COVID, el Movimiento Olímpico ha podido volver a demostrar su razón de ser y de forma inmejorable. El COI es blanco fácil de muchas críticas, algunas constructivas y justificadas, muchas gratuitas. La realidad es que atletas de todos los países del mundo, sin excepción, han convivido en la villa olímpica y competido respetuosamente. En un entorno de escalada bélica y donde se rehúye hasta la conversación entre posiciones diferentes, toca apreciar, agradecer y celebrar los JJOO de París 2024.
*Héctor Argüelles es directivo de la Asociación Internacional de Historiadores Olímpicos y vicepresidente de negocio digital en la NBA.