JUEGOS OLÍMPICOS
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El caso de las boxeadoras, la propaganda y el cuñadismo olímpico

De nuevo un tema complejo manejado con consignas propagandísticas

Lin Yi-Tung gana su primer combate en los Juegos Olímpicos de París
Lin Yi-Tung gana su primer combate en los Juegos Olímpicos de ParísLAPRESSE

Sobre el caso de Imane Khelfi y Lin Yi-Tung ya informamos objetivamente ayer: primero sobre el caso en sí, aquí, y luego sobre la >reacción del COI, aquí. Este texto que sigue es un artículo de opinión pero como el autor tiene por costumbre, una opìnión basada en hechos. Y el más llamativo que podemos observar en torno a este caso es que Umberto Eco tenía razón: las redes sociales permiten a la ignorancia sentirse -que no ponerse- a la altura del conocimiento, que el récord olímpico de cuñadismo -entendido como sentar cátedra sobre lo que no se entiende- va a quedar en niveles galácticos tras este 'caso' y que estos dos efectos aplicados sobre un asunto real y complejo sólo sirven para agravarlo, no para resolverlo.

Primero: se lee y oye a no pocos 'opinantes' que esto es un caso de 'transexualidad'. No lo es: es un complejo caso de intersexualidad, como ese Caso Semenya que todavía colea en tribunales. Afecta al difícil caso de los derechos de personas que están en los límites de las categorías masculina y femenina. Hay personas que, con una u otra postura, están opinando fundadamente, basándose en hechos y categorías. Y esas personas suelen ser ninguneadas e insultadas en el debate público. Porque para la mayoría de opinantes, como es norma en redes sociales y, por influencia de ellas, a veces en medios de comunicación que deberían ser objetivos en el tratamiento de la información, no hay nada dificil ni complicado. Las cosas son como ellos dicen y ya. Quien diga otra cosa, es woke o tránsfobo. Informarse sobre cromosomas, legislaciones, procedimientos o niveles de testosterona.. ¿Para qué?

[Para que vean -quienes busquen razones- si el tema es complejo, pueden seguir este enlace, aunque no se refiere exactamente a este caso. Está en inglés y es un documento médico-legal, pero puede traducirse]. No es complaciente con el COI].

Segundo: Imane Khelfi y Lin Yi-Tung no han nacido ayer ni son un producto genético creado por los Iluminati. Son boxeadoras de largas trayectorias deportivas que han tenido que disputar muchos combates para llegar hasta París. Su testosterona y sus cromosomas eran los mismos cuando empezaron a competir, el año pasado, hace dos meses y hoy ¿Ustedes oyeron las protestas de quienes hoy se proclaman al cabo de la calle de sus casos? Yo tampoco.

Por cierto: No ganaron en ese Mundial del que fueron descalificadas a posteriori.

Tercero: El punto anterior es muestra del altavoz olímpico y de la enorme capacidad de los Juegos de ser usados como plataforma para la propaganda. Quienes siguen hablando a estas alturas de 'transexualidad' la están haciendo. Hay sesudos líderes de opinión que siguen con la tabarra y cuando tienes la información a tu alcance eso significa que se está mintiendo. Iba a decir que se informen de la 'tolerancia' con la transexualidad en Argelia y Taiwan y reparen en que ambos países presentan a las boxeadoras en sus equipos oficiales femeninos, pero para qué... Las personas con legítimo interés en saber del tema sí pueden hacerlo, claro.

Cuarto: Se ha producido en cuanto al caso el alineamiento en dos bandos que se da ahora en cuanto a todo: los hunos, que dijo Unamuno, con la citada plasta de la transexualidad. Los hotros, que también dijo Unamuno, con que la transexualidad debe ser aceptada a capón en el deporte femenino. El asunto es muy complejo y estas opiniones de brocha gorda no hacen sino agravarlo y desautorizar las posiciones que deben defender.

Ciertamente, las personas transexuales tienen derechos que deben ser respetados. Ciertamente, la inserción de estas personas en el deporte femenino sin más, aludiendo sólo al género legal como hace el COI, va en detrimento de las opciones de las mujeres que no están en esos límites. Pero es un asunto muy complejo, el de qué límites hay que poner y dónde hay que ponerlos, que no se va a resolver con cuatro consignas. Hay personas que por lo que se ve son capaces de operarte del corazón a hachazos o arreglarte el ordenador a martillazos.

Quinto. Hemos hablado de 'consignas': reparen en que como decimos, nadie habló antes de ahora de estas boxeadoras pero apenas se oyó una voz al respecto, ya comenzó todo el baile. No, no voy a decir quién dio esa primera voz. Si se tiene un poco de memoria se recordará que durante la pandemia muchas 'voces', con nombre o anónimas, te decían o que no pasaba nada o que los muertos no importaban. Fíjense en qué están diciendo ahora.

Sexto: Se están viendo unas manifestaciones de ignorancia que dan vergüenza ajena, como decir que por qué en el deporte masculino no tiene importancia la testosterona o que debe tenerla. No vamos a entrar a señalar si esa opìnión, que en muchos casos ha aflorado hoy, tiene algún fundamento o no -de nuevo ¿qué límites tomamos y dónde se ponen?-. Sólo, señoras, señores recordar: el exceso de testosterona, su incremento por medio de sustancias, da positivo en el antidopaje y es motivo de descalificación. Igual que entre las mujeres -que también producen testosterona endógena- hay límites.

Séptimo: Se ignoran a voluntad -y es lógico porque hablamos de propaganda- detalles como la expulsión de la Federación Internacional de Boxeo por parte del COI por irregularidades y el hecho de que las sanciones que se impusieron a ambas púgiles no siguieran ningún procedimiento reglamentario ni se haya hecho público el procedimiento médico.

Octavo: Queda dicho: el tema es complejo, muy complejo, y quienes opinan sobre él con categorías de escuadra, cartabón y brocha gorda no lo van a arreglar: lo van a agravar que, en realidad, es probablemente lo que quieran porque a río revuelto, ganancia de pescadores. Lo llamativo es que quienes lideran estas opiniones y quienes siguen a estos líderes sean capaces de descender y mostrar los niveles de ignorancia, cinismo y desahogo que estamos viendo. Y esto no es un problema deportivo y relativo sólo al tema que nos ocupa: es un grave problema social porque aunque las redes sociales sean un fenómeno minoritario en cuanto a su uso, nunca ha hecho falta una mayoría para crear problemas reales: con una minoría motivada y decidida basta para tocar algún poder y empezar a ejercerlo en el propio beneficio y perjuicio de otros. Las redes refuerzan los fanatismos, las ignorancias, y los victimismos.

Y entonces ya veremos lo que es bueno.

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