Entre bambalinas, en la natación artística mundial que hoy comienza, las voces en español se superponen en el Centre Aquatic. Vienen desde distintos grupos, de seis de las 18 delegaciones que hay en los Juegos, de Estados Unidos, China, Australia, obvio España, aunque la cabeza visible sea la japonesa Mayuki, Holanda, Israel... Y todo remite a la época dorada de este deporte en nuestro país, cuando se llamaba sincronizada, y cuando Anna Tarrés era la 'jefa'. "Aún me siguen llamando así muchas", explica la maestra, de 56 años, que tras ser destituida -y luego indemnizada por despido improcedente- en 2012 de las filas españolas ha ejercido de consultora o entrenadora en Francia, Ucrania, Grecia, Israel y, ahora, en China, a cuyo equipo ahora pretende encumbrar como campeón olímpico.
Del grupo que logró la medalla de bronce en Londres 2012 con aquel ejercicio que las nadadoras se pegaron el gorro a la cabeza con superglue para que todo pareciese más real, varias son las que fueron solicitadas por los equipos nacionales de otros países para explotar los conocimientos adquiridos. Andrea Fuentes, cuatro medallas olímpicas, es la responsable de la artística estadounidense; Paula Klamburg lleva 20 meses al frente de Australia; Esther Jauma con las hermanas Bregje y Noortje de Brouwer en Países Bajos y Beth Fernández, que tradicionalmente ha sido la mano derecha de Tarrés en todos sus equipos, está encima del dúo de Israel en París. Es la razón por la que la 'jefa' no influye en las decisiones de la pareja china. Para no entrar en conflicto.
"A Andrea se le veía madera de entrenadora", revela Tarrés. "Y Paula era muy buena coreógrafa, ya creaba ella algunas coreografías, así que no me ha sorprendido". El o entre ellas es fluido. "Me siguen contando y preguntando", apunta. Las llamadas son diarias entre Andrea y Paula. "Hablamos mucho, no, lo siguiente", reconoce Klamburg, que en su equipo ha incorporado a otra nadadora de aquel grupo, Alba Cabello.
"Si lo piensas somos un montón y tampoco hay tanta sincro en España", dice Fuentes, que recuerda que también Irina Rodríguez trabaja con Colombia. "Pero somos gentes súper apasionadas de nuestro deporte y nos juntamos un grupo que no sólo quería ganar, sino que sentíamos que teníamos mucho que enseñar. Y cuando has sido una nadadora de elite y te llama un equipo nacional, pues te apetece".
Cuando lo dejé, quería saber qué quería ser en la vida. Me di cuenta que quería entrenar (...) Llegó la oferta de EE.UU., el país que me inspiró a la sincro y fue como cerrar el círculo
Estados Unidos fue a buscar a Andrea, que andaba casi de retiro con su marido Víctor Cano, olímpico en gimnasia en 2000 y 2004, de la quinta de Gervasio Deferr, y que ahora se ha especializado en entrenar las acrobacias de la artística. "Cuando lo dejé quería saber lo que quería ser en la vida. Tenía unos ahorros así que me pude dedicar solo a criar a mi hijo -ahora tiene dos-. Me di cuenta de que quería entrenar, así que é con algunos clubes, me hice consultora y luego llegó la etapa internacional. Al principio mi marido y yo hacíamos colaboraciones puntuales y luego nos quedábamos de vacaciones, pero cuando Kylian fue creciendo pues buscábamos algo más sólido. Llegaron ofertas de Suiza, Australia y Estados Unidos. Por lo del inglés, era una de estas dos. Y Australia está muy lejos. Además este país me inspiró cuando en los Juegos de Atlanta 1996 vi este deporte por primera vez y dije que querría ser de mayor así. Así que fue como cerrar el círculo".
La influencia de Tarrés es innegable, aunque también subraya a Fernández. "Nos enseñó a ver que nada es imposible. Que si lo podíamos imaginar, lo podíamos hacer. Sólo hacía falta buscar el cómo. Hubo de todo, pero fuimos un equipazo y nadie puede negar que el trabajo estuvo bien hecho". Beth también fue clave en la formación de Paula. "No es una madre, pero me lleva entrenando desde que tenía 10 años. Fue la que me sacó la vena artística y mis locuras coreográficas. También agradezco lo que aprendía de Anna, Mayu, Esther, Natalia..".
Klamburg no vio tanta distancia con Perth. Ha sido seguramente la que más trabajo ha tenido. La artística en Australia es una disciplina muy amateur. Cogió un grupo que entrenaba días sueltos y había ejercicios que no tenían sistematizados. "Me he tenido que tirar a la piscina más de una vez y más de dos para explicarles lo que quería", cuenta jovial la canaria, que destaca lo que le enseñaron en el equipo nacional. "El ya saldrá mañana no estaba en nuestro lenguaje".
"Por fin hemos conseguido que se centralice la artística en el país. Antes sólo se juntaban tres semanas. Incluso al principio teníamos problemas para coger horario para la piscina porque era de socios. Es verdad que tienen un buen programa de futuro para juniors e infantiles. Ahora no es el CAR, pero sí tenemos un buen sistema de entrenamientos". Klamburg ha intentado "trasladar las coreografías que aprendí. Es una cultura superdiferente, pero mejorar no era muy complicado porque el nivel estaba bajo. Ahora con el nuevo reglamento se trata de buscar la mejor versión de ellas, que los jueces vean nuestra mejora y aspirar a un diploma".
El secreto, dice Tarrés, es que España ha demostrado que "con gran potencial de nadadoras y gran capacidad de trabajo hemos aprendido a desarrollar su talento. Es una de las grandes enseñanzas de España. En nuestro dúo era el 20 por ciento era talento y el 80, la gran capacidad de trabajo y superación que desarrollaron. Han adquirido muchas habilidades para sacar su mejor versión y ellas lo aprendieron".
Andrea ha tenido que tomar drásticas decisiones. Como dejar fuera a Bill May, el mito masculino del deporte y que, ya entrado en los 40, en París tenía la última oportunidad de romper esa barrera. "Yo le he irado siempre, pero había que mirar por el equipo. Quizás si hubiese habido competición de solo...".
En esta nueva versión de 2022, donde ahora los campeonatos tienen tres sesiones y las acrobacias -siete- cobran peso hasta el punto de que deportes como la gimnasia artística y los saltos de trampolín se convierten en intercambio de conocimiento horizontales, también en los bordillos de las piscinas, las técnicas se han tenido que adaptar. "La idea es buena para objetivar la dificultad de las coreografías, pero se está perdiendo el arte en favor de la dificultad. Según en qué competiciones se está beneficiando a algunos equipos, que quizás tengan un estilo más bajo, pero que jugando con esa dificultad se colocan arriba. Ahora, por ejemplo, Canadá, por ejemplo, ha avanzado así y ha sacado a Ucrania. De todos modos, el nuevo sistema aún está en evolución. Hay que perfeccionarlo".
En su espíritu por ser diferente, "por cambiar el juego", como dicen, Andrea bebe de "Pep Guardiola y Steve Kerr, el técnico de los Warriors. Cuando hice el curso de entrenador escuché aquello de que si has tenido éxito como deportista, es difícil que lo tengas luego como preparador. Busqué y di con ellos. Y me dije si han podido, yo puedo. Fueron mi inspiración y luego también me fijé mucho en las empresas de San Francisco para aprender de liderazgo, a manejar un equipo. Estudié un montón. Y he aprendido que no hay que entrenar a todos por igual. Que hay que conocer a la persona y saber qué necesita. Unos necesitan más datos, otros más emociones, otros más mano dura y otros que les achuchen cariñosamente. Eso es clave para llegar como equipo al éxito".