La piscina de La Defense Arena siguió emitiendo señales grandiosas. Esta vez históricas y de futuro, un cóctel que terminó endulzado con el récord del mundo de 4x100 estilos mixto a cargo de Estados Unidos (3:37.43). A falta de la última jornada han caído 15 récord olímpicos y dos mundiales. Ningún mal balance para una pileta que fue acusada de lenta.
Lo más pomposo corrió a cargo de Katie Ledecky con el oro en los 800 metros. Ganó con 8:11.04, una marca lejos de sus récords, pero nado con tal ímpetu que arrastró a Ariarne Titmus, a la que aún le queda algo de cuajo en la distancia, al récord de Oceanía (8:12.29). Le aguantó 550 metros a paso de récord del mundo -la mitad de prueba la pasó en 4.02-, pero luego, invadida por la subida del ácido láctico, terminó bajando el pistón.
Es el cuarto oro de la estrella estadounidense en esta distancia e iguala a la manera que manejó Michael Phelps el 200 estilos. Es la segunda vez que logra el doblete en las dos distancias del fondo, un logro que costará igualarlo. Con su noveno oro iguala a Larissa Latynina, la gimnasta soviética que marcó una época entre 1956 y 1964.
Con 10 años menos que Ledecky, la canadiense Summer McIntosh, en dos semanas cumple años, alcanzó su tercer oro en París 2024. Está llamada a marcar una época en la natación por su versatilidad. Dejó un récord olímpico (2:06.56) en una final apretadísima con la estadounidense Kate Douglas, a la que superó por 36 centésimas tras una remontada en el nado libre. Alex Walsh, la estadounidense que había quedado tercera, fue descalificada por un viraje irregular en el tránsito de espalda a braza.
En la única final masculina de la tarde, Milak se sacó la espina de su derrota en 200 mariposa ante Marchando ganando el 100, una final que no tuvo estadounidenses para nostalgia de Spitz, Crocker, Phelps, Biondi y tantos. El húngaro se impuso con 49.90. Un oro y una plata que no es mal balance para un tipo del que su seleccionador dijo en diciembre que, si no se ponía a entrenarse en enero podía despedirse de hacer algo. Otro de los que ha sufrido la soledad de la piscina como tantas estrellas, en París derrochó la calidad que tiene.
