Estamos acostumbrados a ver a Simone Biles y sus compañeras de equipo en el podio, pero no a la selección masculina estadounidense de gimnasia artística. Este lunes, en el Bercy Arena, Frederick Richard, Brody Malone, Paul Juda, Asher Hong y Stephen Nedoroscik grabaron el lunes sus nombres en los libros de historia de la gimnasia. Hacía 16 años que el equipo masculino no subía al podio olímpico. Hoy han logrado la tercera mejor puntuación y se han colgado el bronce en una prueba en la que el oro ha sido para Japón y la plata para China. Rusia, ganador del oro en Tokio 2020, no compite en París por sanción.
Japón terminó con 259,594 puntos, a 0,532 de China y a 1,801 de Estados Unidos, en su primer podio desde el bronce de Pekín 2008. Nipones y norteamericanos celebraron con locura, los chinos se hundieron tras dejar escapar una victoria que no catan desde 2012.
El ejercicio de barra decidió todo: primero por el error del chino Weide Su, que se cayó dos veces y echó por la borda la ventaja de 3,267 puntos que tenía su equipo, y después por una nueva cátedra en ese aparato del campeón olímpico y mundial Daiki Hashimoto, que volvió a sacar a flote al equipo.
Estados Unidos, impulsado por una gran actuación del campeón nacional Brody Malone, que compitió en cinco de las seis pruebas, se impuso a Gran Bretaña y Ucrania para llevarse el bronce.
Precisamente desde el bronce de Jonathan Horton en 2008, la gimnasia masculina estadounidense no subía al podio. Al final, terminaron más cerca de China, segunda clasificada (a 1,3 puntos), que de Gran Bretaña, cuarta (a 2,2 puntos).
La lucha entre Japón y China
A fata de dos aparatos los japoneses iban cuartos y los ucranianos eran segundos. A falta de uno, los chinos parecían tener en sus manos el oro. Pero Hashimoto, campeón olímpico en Tokio, clavó un ejercicio que se fue hasta los 14,633 puntos. El chino Ruoteng Xiao había recibido una puntuación de 13,966.
Pero después, a Hashimoto se le enredaron las manos en el caballo con arcos y se cayó al suelo. Había comenzado con unos molinos vertiginosos, pero no pasó del 13.100. Por suerte para los nipones, Sugino había abierto margen para el error con sus 14,866. Al contrario que en la ronda clasificatoria, en la final no se puede descartar ninguna nota. Japón perdió el liderato.
El paso de los estadounidenses por el salto les colocó al frente tras ese segundo aparato, con 86,764 y 0,666 de margen sobre China y 1,166 sobe los nipones. Canadá, Gran Bretaña y Suiza, a continuación. Ucrania cayó a la última plaza.
En las anillas, ni Ruoteng ni Hashimoto fueron elegidos por sus respectivos seleccionadores para presentar ejercicios. A China le salió mejor: el 14,933 de Jigyuan Zou y el 14,833 de Boheng Zhang ya dejaban poca opción a sus rivales, pero Yang Liu, campeón del mundo de la especialidad, batió el récord de la noche con un 15,500 deslumbrante: las anillas no están más quietas ni cuando cuelgan solas en el pabellón en mitad de la noche.
China al frente
Tras esa exhibición, China llegó al ecuador del concurso en primer lugar con un margen de 1,201 sobre Estados Unidos, que hizo un paso fantástico por las paralelas, con Frederick Richard como mejor hombre, 14,566. A 2,935 quedó Gran Bretaña y a 3,133 Ucrania, que habían hecho el salto. Japón se encontró en una cuarta plaza inimaginable al comenzar la competición.
Los dos equipos asiáticos afrontaron el salto, el único aparato en el que no hubo gimnastas japoneses en la final del último mundial. China confirmó su primer puesto, con un nuevo perseguidor inmediato, Ucrania, a apenas 0,433. Las paralelas de Oleg Verniaiev, de 30 años, subcampeón olímpico en 2016 y que quedó fuera de Tokio 2020 por dopaje, impulsaron directamente a su equipo a la lucha por el oro.
La barra se le atraganta a los chinos
Estados Unidos creció en confianza, y Richard aun más. Su barra, una sucesión de sueltas con 6,4 de dificultad, fue uno de los momentos de la noche. Bajó a la tercera plaza, pero solo a 0,935, y mantuvo a raya a Japón (a 1,799).
La quinta rotación volvió a cambiarlo todo, menos el liderato chino, cada vez más firme. Los descomunales 16,000 puntos del campeón olímpico Jingyuan Zou en las paralelas fueron el seguro de vida definitivo para su equipo, mientras Japón volvía a la segunda posición, a 3,267, una distancia muy amplia incluso ante la perspectiva de la barra, su mejor especialidad y la de Hashimoto, uno de los mejores de la historia.
Pero llegó la barra. Dos caídas de Weide Su hicieron saltar el tablero. El amplio margen de China se esfumó. Su 11,600 volvió a poner el oro al alcance de Japón. Hashimoto subió a la barra y volvió a domesticarla. Cerró el concurso Boheng Zhang, obligado a irse muy por encima del 15, pero se quedó en 14,733. Japón se proclamó campeón.