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San Fermín también se celebra en agosto en Lyon. En las citas elegidas se esperan respuestas y todas las dio el centrocampista español, el que no se conforma con ser campeón de Europa. En el período de sus vacaciones colocó la sombrilla en el campo japonés. España pasa a la ruta del medallero con una mejora en su imagen. Con Fermín todo es diferente.
Nunca es fácil digerir a Japón, un rival que nos quitó un trozo del escudo en el pasado Mundial de Catar. En el libro de instrucciones ante los nipones no hay una página dedicada a ganarles sin problemas. España encontró el desatascador en Fermín, autor de los dos goles, e imán de todo el fútbol ofensivo de la selección.
Estaba el partido de inicio en el momento en tu casa o en la mía cuando el balón llegó a Fermín, un mal negociador, un chico con prisa para abrir noticiarios, quien empaló un zurdazo desde fuera del área. El partido entraba en una nueva atmósfera.
Gol anulado
Es complicado definir al jugador azulgrana. Tal vez lo más simple sea escribir que tiene hambre y que en su plan sólo hay porterías. No para de moverse, no para de repartir, no para de buscar espacios y sabe aguantar golpes. Kimura se cansó de sus correrías y le soltó un viaje, que en fútbol no es una invitación a Mykonos sino una patada de libro.
El gol de Fermín no implicó el gobierno del partido para España. En la selección olímpica hay problemas para alicatar hasta el techo los partidos. Es normal. El perfil de Oroz, Sergio Gómez, Álex Baena, Barrios y el propio Fermín se aleja de lo que es un pivote con alma de cerrajero.
Japón se revolvía sin encontrar arrugas en el área española. Eric García sobrevivía después de haber visto la amarilla en el primer minuto. SIn embargo, cuando se acercaba el descanso Hosoya recibió dentro del área y resolvió a la media vuelta ante la oposición mejorable de Cubarsí. Desde la NASA del fútbol se detectó que un pie del japonés estaba en fuera de juego. Daban ganas de enviar siete noches con alojamiento y desayuno en Ibiza a los del VAR.
La fiesta final
Japón merodeó el área de Arnau sin remates peligrosos. España perdonaba varias contras de manual hasta que en un córner ensayado el balón llegó a Fermín, principio y final del partido, quien controló y golpeó por alto con la derecha. El muchacho tiene munición en las dos piernas.
Con él España va sin cadena. Abel Ruiz cerró la fiesta al cazar un balón suelto en el enésimo error de la zaga nipona. Espera Marruecos en semifinales, otra selección con la que hay cuentas pendientes. Fermín lo sabe.