GOLF
PGA Tour

McCormick se tapa la boca

El volcánico golfista estadounidense jugó una ronda en el Korn Ferry, la segunda categoría del PGA Toru, con un celo en los labios para evitar los improperios que emite fruto de la ansiedad

McCormick, durante la ronda que jugó con la boca tapada.
McCormick, durante la ronda que jugó con la boca tapada.
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Además de la imagen de Rory McIlroy arrodillado en el green del hoyo 18 del Augusta National, tras su victoria en el Masters, abril dejó otra imagen histórica, la de Ryan McCormick durante la segunda ronda del Club Car Championship, en Savannah (Georgia), con un aparatoso celo en la boca.

McCormick, 34 años, de Nueva Jersey, lleva un tiempo en barrena en el golf. El año pasado perdió la tarjeta del PGA Tour y este año, en el puesto 126 del Korn Ferry, la liga de promoción, tampoco levanta cabeza. En siete torneos había fallado dos cortes y se había retirado en otros dos. Atrapado por la ansiedad, canalizaba toda su ira con improperios por el campo y hace un mes decidió cortar por lo sano en la segunda vuelta del torneo celebrado en el Landings Golf & Athletic, de la ciudad costera de Georgia.“Este año no lo he pasado muy bien en el campo de golf, estoy bastante enojado y furioso, así que pensé… He intentado muchas cosas, y simplemente decidí callarme”, expuso McCormick. “Así que me tapé la boca con cinta adhesiva. A estas alturas, lo he intentado todo. He leído muchos libros, he hablado con gente… estoy demasiado enfadado en el campo de golf, así que se me acabaron las ideas, y pensé en lo de la cinta adhesiva hace un par de semanas. Desafortunadamente, hoy me he decidido por eso”, se sinceró el golfista que creaba videojuegos con programas abiertos e imágenes de satétite para conocer muchos de los recorridos a los que se tiene que enfrentar en el Korn Ferry, liga cuyos campos no aparecen en el PGA 2K y esa gama.

“Esperaba que el celo me ayudase. No sé decir si me ayudó o no. Sin duda, te deja sin aliento. Me sentí como Bane [el villano que lleva una máscara a lo Hannibal Lecter] en Batman, amordazándome. O sea, no estoy orgulloso, no quiero crear una experiencia injusta para mis compañeros de juego. Y, ya sabes, tampoco es justo para mí ni para los demás. Lo estoy pasando mal, y ésa fue mi solución”, explicó.

Incluso con su caddie se comunicó por señas para hablar de qué palo jugaría o cuál había sido el tanteo. “A veces simplemente le señalaba y le pedía que me dijera el número y ya. Eso simplificaba mucho las cosas”.

Hasta esta excentricidad, a McCormick, hijo de un golfista que llegó a clasificarse para el US Open en 2012, se le consideraba un luchador. Después de intentar sin éxito durante varios años el al PGA Tour, lo logró en 2023 y, cómo no, desde el sufrimiento. En el último hoyo del torneo que decidía su futuro se fue al agua y lo salvó con un doble bogey. Logró la carta por los pelos.

Una vida de sobresaltos

Pero antes de eso, el de Nueva Jersey, un jugador que en la época de amateur consiguió varios torneos en la Costa Este con la Universidad de St. Johns, pasó momentos de apuro. Se convirtió en profesional poco después de graduarse, pero el éxito le llegó de forma gradual. Acumuló 350.000 kilómetros aéreos jugando el Asian Tour de 2017, circuito al que accedió después de haber tenido que acudir a la Escuela sin sus palos, extraviados, y tras haber pasado 12 horas tirado en el aeropuerto de Dubái.

En esa liga, entre otros avatares, tuvo que pagar 100 dólares de soborno para entrar en Bangladesh, conducir varios kilómetros para llegar a los torneos pues apenas conocía gente que le acompañase. Ya en el Korn Ferry estadounidense, sufrió el Covid-19 y eso le impidió acudir a la final de la Escuela del PGA Tour. Tanta tensión acumulada durante tanto tiempo tiene que explotar por algún lado...  

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