España entregó su corona de la Nations League. Ya no es campeona de todo en Europa. No será la primera en repetir título ni la que pueda presumir de tener dos veces ese trofeo en su palmarés. Cayó de pie, en la tanda de penaltis, la misma suerte que le había sonreído para derrotar a Croacia hace dos años o para alcanzar su tercera Final Four consecutiva.
Acabada la batalla tras el fallo de Morata en su penalti y el acierto de Rubén Neves en el suyo, llegó el momento más duro de la noche para De la Fuente y los suyos: la entrega de medallas. Como sucedió hace dos años en San Siro, el comportamiento fue ejemplar. “Saber perder es casi más importante que saber ganar”, dijo De la Fuente antes de la final. En Múnich, a España le tocó esta vez ser la invitada a la fiesta lusa.
Antes de que se montara el escenario para la ceremonia de entrega del trofeo, los jugadores de la selección se reunieron en un corro para reafirmar algo hablado e innegociable: un comportamiento ejemplar en caso de derrota.
Ninguno de los jugadores españoles se quitó la medalla. Es más, Unai Simón la besó y se la ofreció a la parte de la grada en la que estaban los familiares. Una lección de deportividad.
Toda la selección se quedó en el campo hasta que Cristiano Ronaldo levantó el título. Llegado ese momento, los jugadores se fueron a su vestuario a lamer la herida de la derrota. Pero la racha sigue abierta, porque el partido no contará como perdido. No es un consuelo, sólo un dato.
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