Detrás de un equipo de fútbol hay muchas personas e historias. Como la de Mohamed Sanhadji, el jefe de seguridad de la selección sa desde 2003. En su cuerpo lleva heridas de combate, las que sufrió en Kosovo en una misión de los Cascos Azules. Nació en Cadenet (19-10-1968), en un campo harki. ¿Qué es eso? Los lugares donde los argelinos musulmanes nativos que sirvieron como auxiliares junto al ejército francés durante la Guerra de Argelia (1954-1962) y considerados traidores en su país.
Mohamed, al que de niño llamaban Peppone, siguió el camino de su padre. Se hizo policía, después entró en las Compagnies Républicaines de Sécurité (CRS, antidisturbios) y en 1999 fue enviado a los Balcanes.
En 2003 fue elegido como enlace entre las fuerzas de seguridad sas y el equipo nacional. Suya es la responsabilidad de un equipo por el que ha visto pasar a estrellas planetarias (Zidane, Mbappé, Ribéry, Henry, Trezeguet...). Ha vivido de todo. Ha celebrado el Mundial de Rusia, la Nations de 2021. Vivió el motín de la selección sa en la Copa del Mundo de Sudáfrica. Sus nervios de acero fueron puestos a prueba en la Euro de 2016, en su país y con la enorme amenaza del terrorismo islámico. Sufrió la terrible noche del 13 de noviembre de 2015, la de los salvajes atentados en Saint-Denis y Bataclan. El pasado mes de noviembre, antes del Francia-Israel jugado en el Stade de bajo un impresionante dispositivo de seguridad, se guardó un minuto de silencio en recuerdo de las 131 víctimas de aquella barbarie. La iniciativa fue de Mohamed Sanhadji.
Como jefe de seguridad de la selección sa, fue llamado a declarar en calidad de testigo en el espinoso caso de Paul Pogba. Eso fue en agosto de 2022. Su consejo a Pogba fue que acudiera a la policía a denunciar lo que sucedía y que acabó con el campeón del mundo en 2018 involucrado en un caso de extorsión. Era la víctima de una trama en la que resultó condenado su hermano Mathias.
Cuentan que Zidane quiso que fuese su protector en Madrid, pero él tiene una frase talismán: “Al servicio de la República”. El 14 de julio de 2019 fue nombrado Caballero de la Legión de Honor, algo que le llenó de orgullo. Silencioso, alejado de los medios, guardián de secretos que darían para una serie espectacular o un libro que arrasaría, cada vez que puede regresa a su pueblo. Allí, La República o Mommo, como le llaman los jugadores, se siente seguro.
Allí, en la provincia de Provenza-Alpes-Costa Azul, descansa y recuerda de dónde viene. “Crecí en lo que se llamaban campamentos harkis. No había instalaciones sanitarias, vivíamos en edificios prefabricados. Teníamos hambre, teníamos frío. Los niños mayores de la familia tenían que subirse al tejado para evitar que se volara. Era una época en la que solo podíamos comer una vez al día, algunas personas nos traían comida y ropa. Los adultos se lanzaban sobre la pasta, el arroz y la ropa. Yo era uno de los más pequeños. Un día, en una bolsa, había un diccionario. Le faltaban páginas, pero eso es lo que me permitió aprender cosas, viajar. Yo tenía 4 o 5 años, recuerdo que una palabra me resonó mucho, era la palabra República. A pesar de que estaba inmerso en este contexto, siendo hijo de un soldado del ejército francés, esta idea de la República, tal como la leía y la entendía, me fascinaba. Francia es tan rica en términos humanos que le debo mucho”, contaba en una entrevista con el Midi Libre en marzo de 2020. Una absoluta excepción..
"Es la primera vez que hablo y, sin duda, la última. Siempre he cultivado la discreción, está en mi naturaleza, en mi educación pero también en mi historia. Si accedí a hablar es porque se me permitió hacerlo e incluso se me animó a hacerlo. Quería devolver el favor y devolverle a este hermoso país todo lo que me ha dado. Es un enfoque muy modesto, mi viaje lleno de baches me ha hecho más humilde", contaba Mohamed Sanhadji, el guardián de las estrellas de Francia.
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