La derrota de España en Larnaca el 5 de septiembre de 1998 se convirtió en un crisis con lo políticos de por medio. Eran días en los que se hablaba mucho de los juicios de los GAL y de la entrada en prisión de altos cargos de Interior, como José Luis Barrionuevo y Rafael Vera. Pero la depresión de la selección, culminada en Chipre tras el hundimiento en el Mundial, se coló en la primera página de la agenda política española.
Esperanza Aguirre, entonces ministra de Educación del primer gobierno de Aznar, fue la que lideró el movimiento del Gobierno para tumbar a Clemente. "Se deben tomar medidas", explicó a la salida de la inauguración de un instituto en Rivas, Madrid. Fue ella la que llamó a la Federación a pedir explicaciones a Villar. La respuesta fue que el presidente no la podía atender porque había salido. Fue el secretario general, Gerardo González, el que escuchó a la ministra hablar con términos como decepción o alarma en la sociedad por la gestión de la selección. Desde Izquierda Unida se pidió la dimisión y no una destitución "para no añadir al ridículo un montón de millones a las arcas personales del señor Clemente".
Desde el PSOE, Jerónimo Nieto explicaba que si Clemente no presentaba su dimisión, desde el Ministerio de Educación debía recomendarse su destitución por parte de la Federación. El portavoz de Deportes socialista aseguraba que su partido no era favorable a interferir la actividad deportiva, pero "hay momentos de cierta excepcionalidad, como lo es esta crisis de la selección".
Fueron varias las formaciones políticas que plantearon llevar al Congreso una pregunta a la ministra de Educación para que explicara qué pasaba en la selección.
Ante esa alarma política, Santiago Fisas, vicepresidente del CSD y futuro consejero de Deportes de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre, se sumó a las voces que pedían medidas inmediatas: "Le he transmitido al presidente Villar la preocupación que hay en el CSD por la situación creada, sobre todo por el distanciamiento que se está produciendo entre la afición y el equipo nacional, que es lo más preocupante".
Que España se llame Clemente
El asunto provocó situaciones surrealistas. Juan Antonio Milla, alcalde socialista de Cartaya, explicó que un vecino le entrego una carta en la que se manifestaba el malestar del pueblo, "o al menos de los 50 congregados", por el mal trabajo del seleccionador, que ha puesto a los españoles en contra del equipo nacional. "Ya que el Gobierno no puede destituir a Clemente, que el equipo cambie el nombre de España por el de Clemente", decía la carta.
Clemente, al ataque
A todo eso, Clemente que era apoyado de manera contundente por sus jugadores, echaba mano de la ironía. "No voy a contestar a Esperanza Aguirre porque me cae bien. Pero me parece exagerado, el país tiene cosas más importantes de las que preocuparse. Dentro de poco le tendré que decirle yo al presidente del Gobierno y a sus ministros lo que tienen que hacer".
En la Federación, Villar se veía abocado a una decisión en la que nunca creyó. Clemente era su seleccionador, y más de una vez en el futuro tendría la tentación de abrir una segunda etapa. En aquellos días de septiembre de 1998 se sabía que no había salida ante tanta presión exterior. Pero ante la intromisión política, desde el 13 de Alberto Bosch se filtraban mensaje ácidos: "Más vale que en lugar de los 700 millones de pesetas con los que la istración nos subvenciona al año, nos facilitasen los 7.000 millones a los que se eleva nuestro presupuesto anual y que cubrimos, entre otras cosas, gracias a la labor de Clemente.
Si de bien nacidos es agradecidos, alguno de ustedes no debiera haber nacido
El 10 de septiembre, seis años y un día después de ser nombrado seleccionador, Clemente convocaba una rueda de prensa. "Ni me han cesado ni he dimitido". Ese era el inicio de una exposición larga en la que denunció ataques a su casa y en la que señaló a la prensa de generar un clima insoportable. "El clima de violencia que se ha generado en torno a la selección: "Ha sido una persecución de cuchillos largos, pero no me dais miedo [mensaje a los periodistas]. Ustedes no merecen que les tenga miedo. Tengo alguna llaga en la espalda, pero espero que desaparezca en cuanto vaya a pescar. Con el salitre se cura todo. Sólo he recibido puñaladas. Si de bien nacidos es agradecidos, alguno de ustedes no debiera haber nacido. A partir de ahora, borrón y cuenta nueva para algún periodista".
En tiempos de Franco, cuando había problemas políticos se hablaba de fútbol
Y siguió con dureza: "Me marcho triste. El que más pierde en esta película soy yo. Han sido seis años de la leche. Poder decir lo que uno piensa vale mucho dinero. No hay dinero en el mundo que pague poder opinar de todo el mundo y decir lo que uno quiere y contarle a la cara lo que uno piensa de una gran pluma que escribe en la prensa. Las pintadas y las piedras lanzadas en mi casa y el escaso apoyo del público que se estaba propiciando para el próximo partido de la selección han creado un ambiente gravísimo para los jugadores, que me ha llevado a este acuerdo. El fútbol español está por encima de mí, porque yo hubiera aguantado, hubiera soportado ese clima".
Y dejaba una frase directa a los políticos: "En tiempos de Franco, cuando había problemas políticos se hablaba de fútbol".
Poco después, José Antonio Camacho era el elegido en una búsqueda en la Federación tanteó también las vías de Lorenzo Serra Ferrer y Luis Aragonés. La de Villar seguía siendo Javier Clemente.