Parecía que al Real Madrid le esperaba otra tarde de sufrimiento en un campo que no se le da nada bien, con un Villarreal enchufado de inicio que se había puesto por delante muy pronto en el enésimo córner defendido desde la inacción. A veces da la impresión de que lo fían todo a los superpoderes de Courtois. Y de repente los de Marcelino levantaron el pie del acelerador. Tuvo mucho que ver Mbappé, que se encargó de dejar clara la diferencia entre tener un buen delantero (Ayoze) o tener al mejor de todos. Dos latigazos, dos goles. Visto y no visto.
El que empezó a no ver el balón entonces fue el Villarreal, que no apretaba en el centro, no recuperaba un balón y veía a los blancos circular con comodidad. Fue fundamental en eso Bellingham, bajando al medio a aportar criterio, intensidad y despliegue junto a Camavinga y Valverde. Con esos tres funcionando con viento a favor, el que daba síntomas de cansancio era el Submarino, que estaba tocado y por momentos parecía hundido.
La segunda parte comenzó con otro arreón del Villarreal, que recuperó el balón y tuvo un tramo de 20 minutos en el que rondó el empate. Ancelotti lo detectó, metió a Modric y de repente el mando del juego volvió a los blancos. Conforme fueron pasando los minutos el Madrid acusaba el sobreesfuerzo del miércoles y el Villarreal creció, con Parejo al timón. Si no llegó el empate fue porque Ayoze perdonó una ocasión clara y porque Bellingham, Camavinga y alguno más se vaciaron para mantener una renta que les devuelve el liderato momentáneo a la espera de lo que hagan Atlético y Barça.
Al acabar el partido las imágenes de los futbolistas del Madrid exhaustos dejaron en evidencia a LaLiga por obligarles a jugar el sábado habiendo un parón por delante. Está bien que no quieran que coincidan Barça y Madrid el mismo día, pero deberían ser flexibles en circunstancias especiales como esta. Que parezca que les importa más la salud de los jugadores que la cuenta de resultados. Obligar a jugar con sólo 66 horas de descanso en vez de las preceptivas 72 horas a un equipo que suma 22 partidos en 71 días (uno cada 3,2 días) no es lógico. Hay que cuidar el producto. Pero el producto son los futbolistas, no las televisiones.
Comentarios