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Un espectacular golazo de Lukébakio cuando el partido agonizaba dio al Sevilla tres puntos de oro en Montilivi. La victoria pone fin a una semana en la que el foco en Nervión ha estado sobre el 'caso Kike Salas', testigo y parte de lo ocurrido sobre el césped. De un balón largo del canterano, suplente de inicio, nació uno de los goles de la jornada.
La maravilla de Lukébakio puso fin a un partido que empezó agitado. Porque no habían pasado ni dos minutos cuando Oriol Romeu midió mal dentro del área y derribó a Isaac Romero. No dudó Munuera ni tampoco Isaac, que se fue derecho hacia al punto de penalti. Allí ya le esperaba con una sonrisa desafiante Gazzaniga. Motivos tenía para ello el meta argentino, que se enfrenta a los penaltis como si fueran córneres. Tampoco el valiente Romero pudo superarle. Lleva cuatro paradas en los últimos cuatro penaltis. Números brutales.
Otras dos veces evitó Gazzaniga que el Sevilla tomara ventaja. Poco después de que salvara el pellejo a Romeu, evitó con su pie que Vargas tuviera el debut soñado tras una buena maniobra. Y aún le dio para meter una mano para desviar un misil de Lukébakio que terminó impactando con violencia en el larguero.
Mientras tanto, al Girona le costaba crear peligro. Sólo Bryan Gil parecía tener la claridad suficiente para romper líneas. De hecho, durante muchos minutos, y salvo una ocasión de Abel Ruiz, tan aislada como clara, todo el peligro local llegó por ese flanco izquierdo donde Bryan torturaba a Carmona.
Sin embargo, cosas del fútbol, el 1-0 que rompería el partido acabaría llegando por el lado contrario. Fue en un córner que sacó en corto Asprilla hacia Tsygankov, que la puso con clase en la cabeza de Arnau. Peinó el capitán del Girona con la complicidad de Badé. Tan bueno fue el giro de cabeza del goleador como malo el marcaje del sevillista, inexplicablemente despistado en la acción.
Empata Saúl con la derecha
El Sevilla acusó el golpe. No fue hasta la segunda parte cuando metió una marcha más buscando el 1-1. Sin mucha presencia en el área, pero empujando hasta acumular acercamientos suficientes como para merecer el empate. Lo encontró, eso sí, de manera inesperada en la pierna derecha de Saúl. El ex del Atlético, zurdo cerrado, cazó como pudo un rechace de Gazzaniga a un cabezazo suyo. El balón había quedado muerto tras tocar accidentalmente en Oriol Romeu que, desestabilizado tras un encontronazo en el área, volvió a aparecer en la foto tras perder la marca.
El empate devolvió el juego al guion inicial. Fue un partido más abierto, con más posesión del Girona y con el Sevilla, agazapado, buscando pillar una contra. En ese nuevo partido se repartieron las ocasiones. La tuvo primero Arnau, que cruzó en exceso ante Nyland, luego lo probó Van de Beek, Krejci tapó a tiempo una cabalgada de Lukébakio...
Más allá de esos acercamientos, todo parecía condenado al empate. "Si no puedes ganar, evita perder", que dirían algunos. No pensó lo mismo Lukébakio, que se rebeló fabricando una maravilla tras un balón largo de Kike Salas que prolongó Saúl. Echó a correr y paró justo a tiempo para dibujar un estético y espectacular regate a Krejci (hasta el momento infranqueable). Después, con calma, derribó el muro de Gazzaniga. Para verlo mil y una veces repetido.
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