FUTBOL
Rayo Vallecano - Alavés

El Rayo atormenta al Alavés

El equipo vallecano, con uno menos desde el minuto 20, resiste y gana el partido en la recta final para meter al Alavés en una situación complicada

Actualizado

Al Rayo no le tumba una tarjeta roja. Una zancadilla es una vitamina en un campo con una atmósfera especial. En un ejercicio de resistencia, empuje y honor el cuadro vallecano logró una victoria de seis puntos tras jugar 70 minutos con uno menos. El gol en las últimas curvas entre Gumbau y Sivera abre una crisis en el Alavés.

Rayo y Alavés necesitaban una alegría. Los que primero se tiraron en plancha a por ese objetivo fueron los locales. Se inició el partido y el Rayo encendió pronto el horno con un ritmo Anfield de presión, entradas y centros. A los de la franja sólo les quedaba la última bota bien puesta para remover el marcador. De Frutos creaba pánico por la derecha y en el área Camello rozó el gol.

Al Alavés no le habría importado una pausa de aplastamiento o un tiempo muerto. Los blanquiazules no encontraban ni el sitio ni el balón. Todo cambió en lo que parecía una jugada aislada.

Un balón al espacio sobre Toni Martínez, un delantero de los que no da las buenas tardes, provocó el atropello de Mumin, al que le faltó una zancada para no caer en la imprudencia. La primera decisión del árbitro fue la amarilla hasta que le llegó el 'cambio y corto' del VAR, la inspección que terminó con roja para el ghanés. En un soplido comenzaba otro partido a los veinte minutos

El Alavés, que un rato antes se veía zarandeado, atisbaba el paraíso. Había que remover la pizarra y Luis García Plaza metió en el campo a Joan Jordan por Mouriño para buscar control en el centro del campo, la zona en la que el Rayo daba un mordisco tras otro. Al defensa uruguayo le sentó el cambio como un bocadillo de clavos.

El hambre del Rayo

En Vallecas la lógica no encuentra piso con facilidad. El Rayo, con uno menos, mantuvo el hambre mientras que el Alavés sólo encontraba refugio en Toni Martínez, que se saltaba la prohibición de buscar la portería de Batalla. No parecía que el partido fuera de diez contra once, lo peor que se podía decir de la primera mitad vitoriana.

El Rayo atormenta al Alavés

El Alavés sólo podía mejorar. Así entró en la continuación. Lo normal es que el depósito del que estaba con uno menos se fuera vaciando. Comenzó una nueva función en la que Batalla encontró una pecera perfecta para estar a gusto. El guardameta argentino, con licenciatura en varios idiomas del fútbol, alternó paradas y estancias en el pasto con las que rompía el ritmo.

Durante un rato se disputó un Batalla-Alavés que se inclinó sobre las manoplas del arquero, resolutivo en varias ocasiones, sobre todo en una de Carlos Vicente que se escapó con tiempo para elegir por dónde rematar a puerta. La elección fue floja.

Al Rayo le encontraba encontrar la ruta de la portería del Alavés. Íñigo Pérez refrigeró el equipo con cambios. Dos de ellos fabricaron la revuelta definitiva. Embarba cedió a Gumbau en la frontal y su remate con la izquierda se coló entre la escuadra y un rebote en el brazo de Sivera. La oficialidad otorga estos goles al portero en propia puerta. Pues vale.

En la última recta, Ratiu disparó al larguero, Batalla descubrió nuevos calambres y el Alavés se compró una crisis. El Rayo sacó un '10'.

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