El Mallorca ató la permanencia de forma virtual ante su gente, en Son Moix, gracias a un derechazo de Gio González en el primer tiempo que alargó, de paso, la mala racha de Las Palmas y condenó al Granada al infierno de la Segunda división.
En un duelo que estaba señalado en rojo para ambos equipos, los de Javier Aguirre superaron en energía y ganas a un equipo a la deriva que, sin embargo, podría certificar su permanencia matemática mañana si el Cádiz no saca los tres puntos ante el Getafe en el Nuevo Mirandilla.
Y es que desde el primer instante se vio quién tenía más ganas de acercarse a la orilla de la tranquilidad clasificatoria. Los de Aguirre, con un Son Moix entregado para la causa, metieron más 'punch' desde el pitido inicial ante un rival agazapado, sin plan establecido y que estaba a verlas venir. Los envíos al área, los movimientos de Muriqi y la fuerza de Antonio Sánchez guiaron a los bermellones en los primeros compases hasta que se abrió la lata.
Fue un minuto antes de la media hora cuando, en un contragolpe, Jaume Costa mandó un centro atrás que aprovechó Gio, con un derechazo, para batir a Valles previo roce en Álex Suárez. El charrúa, con su tercer gol del curso, desató la locura en Palma y premió el buen hacer de su equipo.
Tras el paso por vestuarios, los de Pimienta salieron algo mejor (no era difícil), con Moleiro como nombre propio tirando del carro. El 10 empezó a hacer daño entre líneas a un Mallorca falto de oxígeno y que tuvo en Rajkovic a su salvador en la única clara de los visitantes en todo el choque
El de Santa Cruz de Tenerife se revolvió en el área y se sacó un derechazo tremendo ajustado al palo que mandó a córner el serbio. Y eso fue todo. Algo más de posesión pero poca profundidad para los canarios, incapaces de hacer cosquillas a un equipo que se crece cuando tiene que ponerse el mono de trabajo.
El Mallorca lo quiso más y lo logró. Una permanencia casi matemática, al igual que la de Las Palmas, que podrían certificarse mañana. Eso sí, las sensaciones en ambas escuadras son completamente distintas y el sentir general es el de unas ganas locas de terminar y empezar las vacaciones.
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