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La que sí y la que no. El fútbol pendiente de tipos tirando una línea. Morata cabeceó a la red un servicio de Griezmann y Saúl cabeceó a la red un servicio de Nahuel. Pero ambos andaban al límite en lo que a la posición respecta. Así que el partido se trasladó a la sala de la tecnología para que allí se diseccionaran los lances. En los dos casos, por cierto, para dar por buena la decisión del asistente, que no había levantado la bandera en el primer caso, que sí lo había hecho en el segundo. Así que sólo subió al marcador la que vale una diana más para Álvaro y una asistencia más para Antoine. En ambos casos hay que hacer un acto de fe para dar por bueno el desenlace. Son los tiempos que corren, pero al menos nos ahorramos los audios. Y, a todo esto, ¿en qué minuto se apunta el gol cuando pasan casi cuatro desde que se marca hasta que se concede?
Sucedía todo lo relatado en el arranque del segundo acto, cuando Simeone había envidado con Lino y De Paul, cuando el Atlético se había tirado arriba y cuando tanto el brasileño como el argentino habían dado la razón a su técnico prácticamente de inmediato, generando un peligro que en todo caso no había tenido premio hasta que fueron otros los protagonistas. Los de siempre. Conviene detenerse en el doble cambio, en todo caso, porque se correspondía con la alineación anterior. El Cholo tiene 23 jugadores, pero tres de ellos no están disponibles. O sea, 20. Y parece que pueden marcharse cuatro, el 20% de los disponibles. Quedan 16. Así que podía hacer un máximo de cinco cambios respecto al derbi sin contar con los tipos que andan ya con la cabeza en otro sitio. Hizo cuatro, vaya usted a saber si el cuerpo le pedía más. Llegarán refuerzos, se supone, pero estamos a finales de enero. Y se ha jugado el lunes y se juega el jueves y se jugará el domingo.
Al Granada han llegado ya. Cinco, de momento. La propiedad llegó a la conclusión de que la pelea por la permanencia pasaba por la revolución y primero remozaron dirección deportiva y banquillo para después centrarse en los de corto: Augusto Batalla, Bruno Méndez, Arezo, Piatkowski, Hongla... y lo que te rondaré. Los dos primeros partían de salida, el tercero llegó de refresco. De momento no sale del pozo la tropa de Los Cármenes, que se tiró con todo en el arreón final y sin que Medina agotara los cambios. Los seis de prolongación que había concedido Munuera por aquello de las interrupciones tecnológicas terminaron siendo ocho, y en ellos Oblak sacó la del citado Arezo y Giménez coqueteó con un penalti absurdo por trasladar el balón de la cabeza al brazo, pero no se registró más alteración en lo que al marcador respecta que la que se había registrado un buen rato antes. La de Morata.
El primer acto había sido más ruido que nueces. La actitud resultó encomiable, se jugó con ritmo, nadie perdió la cara y apenas se rifó la pelota... pero no se creó peligro. Granada y Atlético salían jugando desde atrás, en el caso nazarí literalmente desde Batalla, pero en tres cuartos se planteaban los problemas sin solución. De modo que las dos ocasiones más claras del intervalo, ambas para la escuadra visitante, llegaron desde jugadas que en todo caso hubieran sido invalidadas: el mano a mano de Morata, por fuera de juego anterior; el zurdazo de Griezmann al larguero, por falta previa de Llorente. Por lo demás, en ese área, una acción de Riquelme y un cabezazo de Morata. Por lo demás, en el otro, centros laterales y algún disparo de Bryan o Gumbau.
El Granada se movió al son de Gonzalo Villar, el Atlético intentó moverse al son de Barrios. Porque Koke, como De Paul, estaba entre los que habían merecido un respiro. La cuestión es que nadie jugaba especialmente bien ni especialmente mal, lo que derivaba en el empate del entreacto y en la certidumbre de que el partido de 90 se convertía en partido de 45. Fue ahí cuando Simeone sembró para recoger, fue después cuando tirando por fin del capitán trató de guardar la viña. A partir de la pelota, siempre de la pelota. Y como sobró un palmo de fuera de juego en las contras, no hubo sentencia que valiera. Y a partir de ahí, el sofoco final sin consecuencias para desventura local.
Días de mucho no habían sido por una vez vísperas de 'na', porque la Copa es muy golosa pero el Atlético se juega las habichuelas en la Liga. Tres meses sin ganar a domicilio acumulaba esta gente, derrotas consecutivas en Las Palmas, Barcelona, Bilbao o GIrona, pero hete aquí que aparecieron Griezmann y Morata, quién si no, para gritar a los cuatro vientos que llegados a este punto no hay distracciones que valgan. Correa también tuvo minutos, a todo esto, puede que los últimos con el equipo rojiblanco (aunque vestido de verde). Cuando el del silbato puso fin, uno de los primeros que abrazó a Simeone fue Andrea Berta, director deportivo a la sazón. Vaya usted a saber qué pintaba en el césped con la de trabajo que parece tener.
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