La Real Sociedad por fin se dio una alegría. Los de Imanol no han acabado de encontrar el rumbo tras el parón y con la visita del Espanyol, casi condenado a Segunda, se quitaron un peso de encima. Primera victoria para no caer de puestos europeos y algunas buenas sensaciones. Todo lo contrario para un Espanyol que empezó ganando, pero que mostró una fragilidad atrás que explica muchos motivos de su situación.

El partido comenzó con una montaña rusa de emociones para ambos equipos. La Real salió mejor y a los cinco minutos marcó con un cabezazo de Willian José, pero el delantero estaba en fuera de juego por escasos centímetros. Lo que se antojaba un mazazo para el colista se convirtió, cinco minutos después, en un chute de moral. Otra vez de cabeza, esta vez la de David López, llegaba un gol, esta vez sí válido.
El que sí encajaba esta vez el golpe era el equipo txuriurdin, que sí que lo acusó. Tuvo el balón, el dominio territorial, pero le faltaba claridad y acierto en los últimos metros. El Espanyol, cargado de energía positiva, se defendía bien y con orden mientras encontraba un gran desahogo en la salida con RDT, que hizo un trabajo brutal peleando continuamente contra todo rival que se cruzaba en su camino. Un balón peinado a la media hora por Llorente, que tocó en el palo, fue la llegada local más clara.
La segunda parte tuvo otro gol tempranero. Oyarzabal recibió un buen pase de Merino en la izquierda y le regaló un gran pase a Willian José, que remachó el balón en el área pequeña. Un tanto que dio aplomo y serenidad a una Real que sabía que tenía aún muco tiempo por delante para ganar el choque.
Eso sí, tuvo que esperar casi hasta el límite. En el minuto 83, Isak, que acababa de salir, aprovechó otro error de la zaga espanyolista para, con un potente disparo, batir a Diego López y dejar los tres puntos en el Reale Arena.