El Real Mallorca se estrena esta nueva temporada en Son Moix este próximo viernes. Lo hace recibiendo al Villarreal y con el claro objetivo de sumar la primera victoria del curso. Tras lo sucedido en Las Palmas, la moral está por las nubes. La ilusión entre la afición bermellona se palpó nada más terminar el choque en Gran Canaria. Y es que los fichajes de Sergi Darder o Cyle Larin han despertado un sentimiento de optimismo para toda la nueva campaña en Primera División.
Jugar en Son Moix debe ser sinónimo de sumar muchos puntos. Tal y como sucedió la pasada temporada, el Mallorca necesita hacer de su estadio un feudo infranqueable, un fortín. Emular los resultados del año pasado en la isla significaría sumar un total de 35 puntos: los de Javier Aguirre ganaron 10 partidos, empataron cinco y perdieron solo cuatro. Betis, Sevilla, Barça y Elche fueron los únicos equipos de LaLiga en sumar un triunfo en Son Moix.
Es por ello que la consigna debe ser clara: en casa solo vale sumar. Es un tópico, o tal vez una obviedad, pero el Mallorca necesita a Son Moix y Son Moix necesita a un Mallorca que luche en cada partido por los tres puntos. En la 22-23, el equipo de Aguirre fue el sexto mejor local de la temporada e igualar -o mejorar- dichas cifras significaría dar un nuevo paso adelante a nivel deportivo.
Un estadio a la altura
Queda, en teoría, menos de medio año para que el nuevo estadio de Son Moix esté 100% terminado. La pasada temporada, durante esta parcela de tiempo, el club estaba terminando de pulir lo que era la Tribuna Sol. Para esta ocasión, el estadio estará aún más hecho: los fondos van a coger protagonismo y la grada principal, poco a poco, ha sido renovada.
"Ahora tenemos ese estadio donde la gente va a vivir una nueva experiencia, igual que los jugadores. Nosotros queremos que el estadio tenga vida los 365 días del año. Ojalá podamos llegar al objetivo de los 20.000 abonados", reconocía en MARCA hace unas semanas Alfonso Díaz, el CEO del Real Mallorca sobre la evolución del estadio.
