El joven delantero español Max Svensson, formado en la cantera del Espanyol e hijo del mítico portero de balonmano del Barcelona Tomas Svensson, busca relanzar su carrera en el Caa Pia portugués, al que ha llegado esta temporada tras pasar por el Deportivo de la Coruña y Osasuna.
Tras varias jornadas de adaptación, las dos últimas las ha jugado de inicio como titular. Su punto de inflexión en la Liga de Portugal se produjo durante el partido contra el Moreirense el pasado 14 de septiembre, en la quinta jornada. En el descanso perdían 0-1, saltó al campo en la segunda mitad, revolucionó el encuentro y asistió en los dos goles finales que dieron la victoria al Casa Pia (3-1). Fue nombrado mejor jugador del partido y desde entonces (jornadas 6 y 7) es titular.
Max, que en noviembre cumplirá 23 años, llegó al club lisboeta a principios de temporada procedente del Espanyol, club en el que se formó y que lo cedió en las últimas campañas a equipos como el Dépor o el Osasuna.
El delantero hispano-sueco disfrutará este sábado del que será su mayor escaparate hasta la fecha, ya que se enfrentará al líder y vigente campeón luso, el Sporting de Portugal. A pesar de que nació rodeado de las estrellas del balonmano del FC Barcelona, Max Svensson eligió el balompié y logró debutar en la primera división española el pasado mes de mayo con el Osasuna en un encuentro contra el Mallorca.
Max nació en Barcelona, ya que su padre, el mítico portero de balonmano Tomas Svensson, defendía los colores del FC Barcelona. Actualmente es el entrenador de los porteros del club barcelonés y de la selección de Suecia.
Su padre, Tomas, volvió a nacer cuando era portero del Atlético
Quizá el peor momento de la vida de Max Svensson fue un 27 de diciembre de 1991, cuando era portero del Atlético de Madrid. Tomó un avión en el aeropuerto de Arlanda en Estocolmo con destino Varsovia, previa escala en Copenhague. Sin embargo, el vuelo SK751 de la aerolínea SAS nunca llegaría a estas dos ciudades, ya que la aeronave McDonell Douglas con matrícula OY-KHO y con nombre de diosa vikinga, Dana Viking, se estrellaría a los pocos minutos de despegar tras el fallo de sus dos motores.
Milagrosamente y tras la pericia de sus pilotos, no hubo ningún fallecido entre los siete de la tripulación y los 122 pasajeros de una avión que se partió en tres al caer en un claro cerca de un bosque.
"Volví a nacer, porque fue una experiencia increíble y una cosa fuera de lo normal que desde entonces llevo conmigo todos estos años. Cada vez que hay un accidente de avión me conmueve y aparecen los recuerdos, porque sé lo que se sufre, pero he sabido superarlo y sigo volando casa semana. Lo que más me costó fue aceptar en ese momento el hecho que iba a morir", afirmó en su día en Radio MARCA.
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