El Real Madrid arrancó su andadura en la fase de grupos de la Champions League con un empate ante el Chelsea (2-2) que dejó un poso agridulce. Y es que el equipo que dirige Alberto Toril logró adelantarse en el marcador gracias a un golazo de Olga, la mejor del partido, pero regaló demasiado terreno y balón hasta ver cómo las blues remontaban con los goles de Charles y Kerr, volviendo a ser Carmona quien firmara tablas merced a un penalti inexistente.
Aunque la posesión en muchas ocasiones es mera estadística, sí que habla de la intención de un equipo a la hora de afrontar un choque. El Real Madrid, el tercer equipo con más balón en el campeonato doméstico (61,5% de media) -sólo por detrás de Barcelona y Levante-, corrió detrás de él desde el pitido inicial. El Chelsea buscó con insistencia la espalda de Olga, creando las primeras ocasiones de cierto peligro que la sevillana resolvió con autoridad. El nivel de Carmona crece a cada partido y, en otro detalle ejemplificador, fue la autora del primer tanto del partido al convertir en gol un zurdazo desde la frontal a los diez minutos de acción.
El gol ni hizo más que alimentar la fe del equipo en el plan de Toril. El Chelsea se mostró como un lobo manso, carente de chispa y de pegada, que apenas enseñaba el colmillo en jugadas a balón parado. Incluso cuando sacó la garra, con connivencia de la colegiada que obvió más de una entrada merecedora de amonestación, tampoco parecía inquietar a un Real Madrid que jugó con fuego... hasta quemarse. Lo hizo a cuatro minutos para el descanso, en un centro de Lawrence desde la frontal que Charles cabeceó a la jaula y que supuso llegar al descanso con tablas en el marcador.
La segunda parte fue un monólogo inglés hasta el tramo final. El Chelsea, más por insistencia que por inspiración, acabó marcando a un cuarto de hora para el final después de que Kerr cabeceara un centro lateral de Charles. Fue entonces cuando vimos la versión más animada, valiente y alocada de un Real Madrid que jugó de perdidas al río y sacó petróleo de uno de esos correcalles. La árbitra señaló penalti sobre Athenea -en una falta que era fuera- y Olga asumió responsabilidades para anotar desde los once metros.
En Real Madrid no pudo exprimir más la estadística (dos remates a puerta y dos goles), mientras que el Chelsea se estrellaba en Misa -a cabezazo de Kerr-, el travesaño -a disparo de James- y el equipo arbitral -gol anulado en la última jugada- sin evitar que el resultado final fuera el empate.
Tercera mejor entrada en la historia del Di Stéfano
La afición respondió a la enjundia del partido y el coliseo blanco acogió a 2.913 espectadores en lo que es la tercera mejor entrada del Di Stéfano, sólo superadas por el 'Clásico' liguero ante el Barcelona de noviembre de 2022 (5.126 espectadores) y el de Champions en marzo del mismo año (3.318 aficionados).