Especial final de Copa del Rey 2025 entre Barcelona y Real Madrid

La final más caliente

Juan Ignacio García-Ochoa
por Juan Ignacio García-Ochoa

El estadio de La Cartuja se convertirá esta noche en el corazón palpitante del fútbol mundial. Barça y Real Madrid vuelven a verse las caras en una final de Copa del Rey once años después, en un duelo que promete emociones desbordantes, talento a raudales y también mucha polémica. El que siempre ha sido el partido más bonito del año llega envuelto en la máxima tensión tras las declaraciones de los colegiados en la previa contra los vídeos de Real Madrid Televisión. Un barrizal que pone a De Burgos Bengoetxea y González Fuertes, el más combativo en las últimas horas, en el ojo del huracán, con más potencia que nunca.

La rueda de prensa organizada por la Federación tenía muchísimo riesgo. Se sabía que las preguntas sobre los vídeos de RMTV iban a caer en cascada sobre los elegidos de dirigir el choque, pero los organizadores de la comparecencia esperaban el clásico 'balones fuera' por parte de De Burgos y González Fuertes. En un tremendo error de cálculo, el colegiado del VAR fue a la guerra contra el Madrid y De Burgos rompió a llorar a la hora de hablar de la consecuencia personal que tienen las críticas del club blanco. La jornada previa a la final acabó con el convencimiento por parte del Madrid de que los árbitros están incapacitados para dirigir un encuentro que puede marcar el devenir de lo que resta de temporada. Tras la amenaza de plante, habrá partido. Hay más que una Copa del Rey en juego.

En lo futbolístico, ambos llegan con matices distintos. El Real Madrid de Ancelotti ha perdido esta temporada el equilibrio y su descomunal pegada. El entrenador italiano dibujaba no hace mucho un equipo con Bellingham marcando los tiempos desde la mediapunta, Vinicius y Rodrygo desbordando por los costados y un Mbappé de impacto inmediato imponiendo su ley en el frente de ataque. Una mezcla letal de verticalidad y control que se ha ido esfumando con el paso de la temporada y que se antoja vital en Sevilla si el Madrid quiere tumbar al Barcelona, que esta temporada le ha endosado ya dos goleadas. Se juega más que un título el Real Madrid.

Enfrente, el Barcelona de Flick encara esta final como una oportunidad más para consolidar su apuesta por los jóvenes y su modelo de juego. El camino recorrido a lo largo del curso ha sido sobresaliente, pero es ahora cuando se deciden los títulos.

El fútbol del Barça no plantea ni secretos ni dudas a pocas horas de la final. Lamine Yamal ya no es solo el uno contra uno, sino la inspiración y la sorpresa en cualquier aparición, el factor más desequilibrante del equipo azulgrana. Raphinha, en gran forma, aporta desborde y trabajo defensivo, mientras que jugadores como Pedri y De Jong deben marcar el ritmo en el centro del campo. Se le cae al Barça Lewandowski, que no es poca cosa.

El duelo en la medular será determinante. El Madrid no tiene más remedio que apostar por el músculo y la experiencia de Tchouaméni y la inspiración de Ceballos, aún tierno tras su lesión en el isquio. Es lo que hay con un Valverde que jugará acostado en la derecha en la posición de lateral. El otro, el izquierdo, será para Ferland Mendy. La duda entre Rodrygo y Modric parece que se inclinará hacia el lado del croata, apostando el Madrid por cuatro medios.

El Barça apostará por la posesión y la presión alta. Será clave cómo cada equipo gestiona las transiciones: el Barça necesita evitar pérdidas en zonas comprometidas, mientras que el Madrid buscará espacios a la espalda con sus velocistas.

Será una batalla táctica, técnica, emocional y física. Será el Clásico que paralice al mundo, con el que soñábamos en Múnich, pero que se dará en Sevilla y con la Copa en juego. Como siempre, más que un partido. Porque no solo se trata de levantar un trofeo, sino de escribir una nueva página en la eterna rivalidad de estos dos equipos, de darle una alegría a una afición que lo vivirá como si fuera la vida misma tras la polémica que rodea al partido. La final de Copa del Rey más caliente de la historia.

Sofía Valgañon
Sofía Valgañon

Los onces

La Cartuja, al final un estadio de fútbol

Juan Ignacio García-Ochoa
por Juan Ignacio García-Ochoa

Mitad del estadio teñido de blanco. La otra mitad, azulgrana. Las gradas, más pegadas al césped que nunca, sin la barrera de la pista de atletismo. La Cartuja por fin parece un estadio de fútbol. Protagonismo para los cánticos retumbando en el cielo sevillano, las banderas ondeando, las bufandas al viento y corazones latiendo al ritmo de un balón que será protagonista de noventa minutos -o más- de puro drama deportivo.

La Cartuja se estrena tras su espectacular reforma en el mejor partido posible. Con capacidad para 72.000 espectadores, Real Madrid y Barcelona contarán en el estadio sevillano con 26.031 aficionados.

Martina Gil Pizarro
por Martina Gil Pizarro

La fiesta de las aficiones

Juan Ignacio García-Ochoa
por Juan Ignacio García-Ochoa

Sevilla será punto de encuentro de dos aficiones con décadas de rivalidad, en un marco completamente renovado y con capacidad para 70.000 espectadores. La organización ha dispuesto dos espacios diferenciados para albergar a los seguidores. La afición del Barcelona se concentrará en la 'fan zone' sur, en la bancada junto a la Avenida Carlos III, una zona amplia dentro de la Isla de la Cartuja.

Por su parte, los madridistas ocuparán el parking del Parque del Alamillo, al norte del estadio, un lugar familiar para ellos tras su paso por la final de 2023. Ambas zonas estarán preparadas para ofrecer conciertos, animación, puntos de restauración y pantallas gigantes, todo en un ambiente festivo a escasos minutos del estadio.

Opinión

Luis Fernando Rojo
por Luis Fernando Rojo

En busca del nuevo ciclo

El Barcelona busca este sábado coronarse como campeón de la Copa del Rey. No es el título más importante de la temporada, pero para el equipo azulgrana tiene un enorme significado. Hay mucho más en juego que llevarse un nuevo trofeo a las vitrinas del museo. En Sevilla, el Barça se juega entrar en una nueva era para los próximos años. La transición post-Messi ha sido dolorosa. Mucho más de lo esperado. Un club endeudado y con enormes problemas para fichar, ha tenido que rehacerse tirando de la cantera. Sin embargo, de la necesidad han hecho virtud y de La Masía ha salido un grupo de jugadores excepcional que augura muchos éxitos en el futuro.

Quieren que la Copa sea el primero de ellos. En primer lugar porque el rival también simboliza el cambio. No es lo mismo ganarla frente al Athletic, como sucedió en la última de los azulgranas, que hacerlo frente a un Real Madrid que, aunque está en horas bajas, a día de hoy sigue siendo el campeón de Europa. Tumbar a los blancos es un doble éxito y de ahí la importancia de este título.

Pero hay más. La Copa es la puerta del triplete, algo que el Barcelona solamente ha conseguido en dos ocasiones a lo largo de su dilatada trayectoria. El partido de este sábado abre o cierra la puerta de esta posibilidad. Y si el conjunto de Flick consigue este triple reto, entrará de inmediato en la historia del club. No sólo eso, sino que quedará claro que este equipo liderado por Lamine Yamal, Pedri, Gavi, Cubarsí y varios más de la cantera, puede hacer cosas muy importantes en los próximos años.

El Barça se juega en La Cartuja dar un vuelco a su historia. En los últimos años sólo se han ganado una Liga, una Copa y una Supercopa. Poco para lo que es este club y de dónde venía. Para el Barça es el momento de dar el salto y de comenzar un nuevo ciclo.

Pablo Polo
Pablo Polo

Los cuatro ¿magníficos?

El Madrid no va al matadero. No puede pensar eso. Es una final y como dijo Ancelotti es muy exagerado pensar que un equipo que apenas ha perdido finales es una víctima. El Madrid ha ganado finales con el cartel de favorito y sin él. En la Copa ganó al mejor Barça por dos veces, en 2011 y en 2014, y en 1990, como claro favorito tras pasearse en la Liga con el récord de goles de Toshack, cayó ante el Barça de un cuestionado Johan Cruyff. Ni siquiera perdiendo a Hierro en el primer tiempo, el triunfo culé estuvo claro hasta el final. En la Champions, el Madrid también iba a caer en la final de Amsterdam tras un año nefasto en Liga y ganó la Séptima ante una Juventus de Zidane y Del Piero que les iba a pasar por encima.

Así que en una final entre Real Madrid y Barcelona puede pasar de todo. Se han jugado siete finales, desde la primera en 1936, con cuatro para los blancos y tres para los azulgrana. Tampoco cuentan los dos resultados de esta temporada. Esto es otra cosa. El Madrid tiene que sacar su carácter y su orgullo. Es la hora de los jugadores. Ellos tienen que poner su mejor versión, en especial los jugadores que han venido para esto. Ancelotti tiene la misión de trazar un plan condicionado a que los cuatro magníficos tienen que jugar y el entrenador es consciente de que todo pasa porque los de arriba se pongan el mono de una vez. Son Mbappé, el jugador mejor pagado, Vinicius, que va a firmar una renovación también que se merece, y Rodrygo, desaparecido en combate, quienes deben estar a la altura y corresponder a la confianza de su entrenador. A Bellingham no se le puede reprochar nada porque está corriendo por los otros tres. En lo que tiene que acertar por tanto Carletto es en el plan que habrá detrás de los cuatro para juntar las líneas y superar a un rival que ahora es superior. Es evidente que, a la vista de los dos resultados, hay que trazar otro plan al margen de que todos jueguen como un equipo. En definitiva, más brillante o menos, que el madridismo se acueste de madrugada, -enhorabuena a los de los horarios- sabiendo que poco o nada se pudo hacer si no se pudo tomar la penúltima.

Barça-Madrid.
Episodio VIII

Miguel Ángel Lara
por Miguel Ángel Lara

Capítulo VIII. De estreno. Porque Barcelona y Real Madrid estrenan ciudad en su añeja rivalidad. El partido 303 en su historial será en Sevilla, en el estadio de La Cartuja. Será la octava vez que el título de Copa se resuelva entre ellos. Una disputa copera que se ha vivido bajo tres regímenes y banderas: República, Dictadura y Democracia.

A 28 DÍAS DE LA GUERRA - 1936

Nacida en 1903, la Copa tuvo que esperar hasta el 21 de junio de 1936 para ver a Madrid y Barcelona enfrentarse en una final. Fue en Mestalla. "Podríamos haber llenado tres veces el estadio", decía horas antes del partido el presidente de la Nacional, como entonces se conocía a la Federación, García Durán.

Cada equipo recibió 4.500 entradas, y el resto fue destinado a compromisos federativos. Con precios de seis pesetas en taquilla, la reventa llegó a cobrar hasta 70, y muchos socios del Valencia vendieron sus pases por 25 pesetas. La recaudación se acercó a las 150.000 pesetas. El partido fue flojo, y Zamora realizó ante Escolá una de aquellas paradas que lo convirtieron en un mito. El triunfo blanco fue calificado de justo, aunque los azulgranas se quejaron de un posible penalti que el árbitro aragonés Ostalé convirtió en un simple córner.

Ricardo Zamora recibió el trofeo de manos del presidente de la Federación y no de la máxima autoridad presente en el palco, Mariano Ruiz-Funes, ministro de Agricultura de la II República. El capitán del Barcelona, Vantolrá, fue durísimo con su equipo: "Tengo que pedir perdón a la afición. Por momentos, he sentido vergüenza de ser el capitán de este equipo. Baste decir que, con un poco más de entrega, habríamos sido campeones de España". Menos de un mes después, los españoles se mataban entre ellos.

1968 - La final de las botellas

Hasta 1968 no se repitió esa final. Se jugó en el Bernabéu el 11 de julio, un jueves. Un gol en propia puerta de Zunzunegui dio el triunfo al Barcelona. Era la decimosexta Copa para el club. "¡Rigo, campeón!", clamó la afición del Madrid al acabar el partido. Nunca antes, en una final, la figura del árbitro había sido tan protagonista como aquel día. Un masivo lanzamiento de botellas despidió al balear Antonio Rigo. A la final llegó con la etiqueta de haber favorecido al Barcelona en las semifinales. Un derribo a Serna en el área azulgrana no señalado desató la tormenta.

"A partir de la final de 1968 yo me hice más antimadridista que del Barcelona. Pero por una razón: observé que la mano del Madrid llegaba muy lejos y me perjudicaba. A raíz de la final de las botellas, en 1968, fui recusado por el Madrid y después por otros siete clubes. Creo que la mayoría lo hizo porque el Madrid era su club nodriza y atendían órdenes. Esa final no ha acabado para mí y las secuelas han marcado para mal mi vida. Por eso siempre he preferido que le fuera mal al Madrid", explicaba Rigo en As en 2005.

La venganza del 0-5 - 1974

La temporada 1973-74 quedó marcada por el 0-5 del Barça de Cruyff en Chamartín, el 17 de febrero. En la campaña en la que Bernabéu puso fin a la era Muñoz, el Madrid cerró el curso vengándose de aquella afrenta histórica al ganar la Copa a los azulgrana en el Calderón. El 29 de junio, con Luis Molowny en el banquillo, el equipo blanco fue muy superior: 4-0. En la final no estuvo Johan Cruyff, que al día siguiente ganaba 0-2 a Alemania Oriental en el Mundial, en el que Holanda sería segunda. Tampoco estaba Netzer en el Madrid, aunque no por estar disputando, y ganando, el Mundial con su país. Simplemente, la Copa estaba vetada a jugadores extranjeros.

El fútbol español cerró las puertas a los fichajes foráneos entre 1962 y 1973. Cuando se levantó esa restricción, y comenzaron a llegar figuras como Cruyff, Netzer, Sotil, Mas, Ratón Ayala o el Cacho Heredia, se decidió seguir protegiendo la Copa. Hasta 1977 no se permitió alinear a jugadores extranjeros en la competición copera.

1983 - El gol de Marcos

El Real Madrid peleó por todos los títulos hasta el final en la temporada 1982-83, pero el equipo de Di Stéfano los fue perdiendo uno a uno. El penúltimo fue la Copa del Rey, el 4 de junio ante el Barcelona, en La Romareda; el último, ante el mismo rival, la Copa de la Liga. Tras casi una década sin enfrentarse en una final copera, la de Zaragoza fue durísima. Incluso violenta. El partido dejó entradas escalofriantes en ambos bandos. La más recordada, una de Migueli a Bonet: "Rotura de ligamento lateral interno, rotura de menisco externo y desgarro de la cápsula posterior de la pierna izquierda", según el parte médico.

"¡Menudo castañazo me atizó! Me fundió la rodilla. Yo le había sobrepasado y se desentendió de todo. Fue a por mí. El árbitro debió expulsarle. Luego, por cualquier pijadita te fríen a tarjetas, mientras que acciones como la de Migueli quedan impunes", explicaba Bonet, que, a pesar de la brutal patada, la gravedad de la lesión y apenas cinco minutos sobre el campo, acabó el partido. El 14 de junio fue operado. Víctor, a pase de Maradona, adelantó al Barcelona. Santillana, tras un grave error de Gerardo, empató. Y en el minuto 90, un acrobático vuelo de Marcos dio el título al Barcelona. La celebración dejó una imagen polémica: los cortes de manga de Schuster a los jugadores del Madrid.

Se salva Cruyff - 1990

A la final de Copa de 1990 llegó el Barcelona agobiado por el abrumador dominio del Madrid en LaLiga desde 1986. Los blancos iban camino de su quinta seguida. El 20 de abril, en Mestalla, el proyecto de Cruyff se tambaleaba. Tanto que se daba por hecho que de caer ante el Madrid se acababa. La roja a Hierro en el minuto 45, un gol de Amor a los 68 minutos y otro de Salinas en el 90 llevaron la Copa a Barcelona. Era el germen del imperio del Dream Team.

2011 - ¡Es la guerra!

El 20 de abril de 2011, un portentoso cabezazo de Cristiano Ronaldo en la prórroga dio la Copa al Madrid, que ponía fin a una época de sometimiento ante el Barça de Guardiola. Fue una final eléctrica, de alta intensidad, en pleno rally de Clásicos. Todo fue más allá del fútbol. Fueron semanas de un fuego cruzado entre las dos entidades como no se conocía y no se ha vuelto a dar. Hasta la selección se vio sacudida por la guerra total entre Real Madrid y Barcelona.

Durante la celebración, el trofeo se le cayó a Ramos desde el autobús y terminó siendo una de las piezas de oro del Museo de la Federación.

Bale y Bartra - 2014

En Mestalla, el 16 de abril, como en las dos finales anteriores entre ellos, Real Madrid y Barcelona resolvieron la Copa del Rey de 2014. Era la primera temporada de Carlo Ancelotti al frente del equipo blanco. Es una final que será siempre recordada por una jugada. Ocurrió a falta de cinco minutos. Antes, en el minuto 11, Di María adelantó al Madrid; en el 68, Bartra empató de cabeza.

Con la prórroga asomando, Gareth Bale arrancó desde la banda. Su carrera desbordó a Marc Bartra y el galés ganó la final con un remate entre las piernas de Pinto. Una acción que, durante mucho tiempo, persiguió al que hoy es central del Betis. Esa temporada terminó para el Madrid con la conquista de la Champions en Lisboa: la Décima

Miguel Ángel García
Miguel Ángel García

Análisis táctico

Raphinha, el azote del Madrid

Si hay un jugador al que el Real Madrid debe controlar es a Raphinha. Lo destrozó en los dos anteriores partidos: gol y asistencia en el 0-4 del Bernabéu y doblete y otro pase de gol en el 2-5 de la final de la Supercopa española.

Los ajustes tácticos han sido cruciales en la transformación de Raphinha esta temporada. Jugador de banda derecha, la irrupción de Lamine Yamal le empujó a la izquierda y ahí, pese a empezar más incómodo, ahora está desatado. Pero, más allá de la posición, son sus movimientos los que azotan a sus rivales. No está tan estático pegado a la cal, sino que se desplaza hacia dentro para participar en la construcción de jugadas y luego realiza carreras rápidas por delante incluso del delantero centro.

De hecho, es el atacante de LaLiga que más sprints, carreras a alta intensidad y aceleraciones extremas hace y el que más distancia cubre en esos intervalos. Está entre los que más penetraciones hacen al área y es el que más movimientos hace detrás de la línea defensiva.

Sus movimientos vienen de perlas a sus compañeros, a los que genera espacios, siendo Lamine Yamal y Lewandowski los más beneficiados. Pero, sobre todo, le sirven para colocarse en zonas de mayor peligro. Sólo hay que ver cómo han evolucionado la localización de sus tiros en el Barcelona. Ahora lo hace desde posiciones más centradas y más cerca de la portería. Todo esto se traduce en un total de 30 goles en todas las competiciones.

Bellingham, el 9 que no es 9

En una temporada marcada por la llegada de Mbappé, Jude Bellingham ha vuelto a demostrar esta temporada que su impacto va mucho más allá del centro del campo. Con libertad total en el sistema de Ancelotti, asume otra vez el rol de llegador con tintes de delantero centro, aprovechando los espacios que dejan sus compañeros y rompiendo desde segunda línea con una inteligente lectura del juego.No tiene el ritmo goleador de la pasada campaña, pero sigue siendo peligroso para sus rivales porque en el Real Madrid 24-25, el inglés actúa como un llegador constante al área rival, pisando zonas de finalización con más frecuencia incluso que Mbappé.De hecho, su ratio de remate en torno al punto de penalti es mayor este curso (51% frente al 48%) y también en el área pequeña (8% frente al 7%). También lo refleja el que remata menos desde el costado izquierdo del área (11% frente al 16%), lo que sugiere que ya no penetra tanto llegando desde ese lado y sí por el centro.

Mientras el galo actúa muchas veces como lanzador o fijador desde zonas más retrasadas perfilado para el pase -como se observa en la primera imagen frente a la Real Sociedad-, es Bellingham quien ataca el área desde atrás, irrumpiendo por sorpresa.El patrón se repite también en otras acciones, como en la segunda imagen ante el Leganés. Nuevamente Jude aparece en la zona del remate partiendo desde segunda línea, pero llegando antes que nadie al área pequeña y con varios defensores más pendientes de Mbappé o Rodrygo. Bellingham, sin estar nunca fijo en el área, aparece constantemente por sorpresa como un delantero, algo que, bien aprovechado ante el Barcelona, con una defensa que deja metros por detrás, puede ser un filón

La final de los 2.000 millones de euros

Juan Ignacio García-Ochoa
por Juan Ignacio García-Ochoa

Redacción:
Juan Ignacio García-Ochoa - Miguel Ángel Lara - Miguel Ángel García - Luis Fernando Rojo - Pablo Polo
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Emilio Alcalde - Raúl Escudero - Martina Gil Pizarro - Sofia Valgañón - MARCANIT
Documentación
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