Diferente, superior, determinante y completo. Estos son algunos de los calificativos que acompañan a Alberto Ruiz desde que entró en La Fábrica en 2019, donde llegó procedente de La Solana (Ciudad Real). El mediapunta del Infantil A nunca deja indiferente a nadie por talento puro, por condiciones físicas, por variedad de recursos técnicos y —sobre todo— por personalidad, por la claridad con la que interpreta el juego con sólo 14 años. Alberto lleva el 10 en la espalda y es zurdo. La puesta en escena promete y tiene continuidad después sobre el campo.
Su temporada está siendo una locura y confirma lo que el futbolista mostró al gran público en torneos muy populares como LaLiga Promises o LaLiga FC Futures. El Real Madrid tiene entre manos a uno de los mejores futbolistas de la generación 2011. En Valdebebas son conscientes de que están ante un chico que puede dejar huella, un futbolista que puede llegar al primer equipo y trascender, de verdad.
El objetivo de todos es que Alberto siga creciendo tranquilo, que queme cada etapa con naturalidad y con lógica. La velocidad la marcarán su nivel y su maduración. La prioridad es asegurar el mejor contexto posible para su desarrollo. Sus cualidades no son frecuentes, pero lo que convence de Alberto es su mentalidad, su humildad y los valores que transmite su familia, ejemplar. En ese sentido, también se hace evidente que el ADN Real Madrid está corriendo por sus venas. Esa es la garantía que más gusta. Detrás del talento diferente, hay un chico diferente también por su normalidad.
Alberto suma 25 goles y cerca de una veintena de asistencias en 20 partidos de liga, sin ser delantero. Esto es clave. Estamos ante un jugador que rompe desde la zona de construcción-creación hasta la de finalización. Siendo zurdo, penetra como un cuchillo afilado desde la derecha, por la diagonal. Por el centro, se convierte en eje del juego: recibe, gira y ya es imparable. Alberto está destinado a romper esquemas, en todos los sentidos. Las posiciones de ataque en el Real Madrid está reservadas a futbolistas que son cracks mundiales: ahora son Vinícius, Rodrygo, Mbappé o Bellingham. No se recuerda al último jugador de ataque que llegó al primer equipo y pudo conquistar su espacio para desarrollarse con un primer rol de ‘canterano’ hasta consolidarse.
Alberto Ruiz se hizo hueco entre madridistas y futboleros después de ser campeón, MVP y máximo goleador en LaLiga Promises de hace dos años. Después repitió premio al mejor jugador y ‘Pichichi’ en la versión internacional del célebre torneo Sub-12, donde el Real Madrid fue finalista y él, su líder. Esto mismo ha sucedido otras tantas veces (unas 25), donde los reconocimientos se acumulan en casa de los Ruiz-Santa Quiteria Intillaque. La historia se escribe sola. Alberto llegó al Real Madrid con ocho añitos, después de un amistoso entre La Solana y el Real Madrid, organizado por uno de los responsables del fútbol base del equipo de su pueblo para que el Madrid sufriera el niño en competición. Alberto hizo tres goles y a la semana recibió la llamada. Primer sueño cumplido. Después han sucedido muchas horas de coche —La Solana está a dos horas de la capital— y de AVE desde Ciudad Real. Quedan muchos kilómetros por recorrer, pero el trabajo y el sacrificio van cobrando un sentido. El camino es largo todavía, pero el Real Madrid tiene al 10 del futuro en La Fábrica, viene con el sello de calidad de Valdebebas.
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