Desde que Todd Boehly y su consorcio adquirieron al Chelsea en 2022, el club londinense ha adoptado un modelo de negocio agresivo, ambicioso y, para muchos, caótico. Con una inversión descomunal en fichajes —más de 1.000 millones de euros en las tres últimas ventanas de mercado—, el objetivo ha sido claro: devolver al club a lo más alto del fútbol europeo. Sin embargo, el camino no está siendo fácil y no está exento de contradicciones.
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