- Atlético de Madrid. Deberes de fin de curso
Desde el 25 de febrero, hace ya tres meses, Antoine Griezmann no acierta con la portería contraria. Más de 90 días y un total de 18 partidos en la mayor crisis realizadora del Principito desde que llegó al Atlético hace más de una década con la misión de convertirse en una de las grandes leyendas de los rojiblancos.
Lo es, como demuestran los 197 goles que le han llevado a ser el máximo goleador con la rojiblanca. Una realidad numérica que no impide que haya cierta división de opiniones sobre el que Simeone siempre ha considerado el mejor jugador que ha tenido a sus órdenes. Así, ante el Girona, regresó a un once donde perdió su sitio ante el empuje goleador de Sorloth y su propia sequía. Así, marcar frente a los de Michel era una obsesión antes de acabar LaLiga... y preparar el Mundial de Clubes.
Así, Antoine recuperó el lugar en el ataque para formar en el once junto a Julián, el delantero que ha llegado para compartir estrellato pero que, con 29 goles, se ha convertido en el referente que antes era el propio punta francés. Ley de vida, lógicamente, pero un soro que ha llegado incluso antes de lo esperado en los despachos del Metropolitano.
Arrancó enchufado, pero...
Empezó enchufado Antoine, con un taconazo y varios intentos de asociaciones demostrando que la calidad de su pierna izquierda nunca dejará de existir. Se fue diluyendo el 7, eso sí, como tantos partidos antes en este final de temporada en la que ha estado muy lejos de su nivel y los números de su carrera.
A los 10 minutos del segundo acto, Griezmann tuvo la ocasión más clara de los rojiblancos. El francés estuvo muy cerca de acabar con su mala racha goleadora y acercarse a esos 200 goles que, ahora ya, tendrán que ser objetivo en el próximo Mundial de Clubes tras ser reemplazado en el minuto 61.
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