Fue una ovación cálida, con los más de 60.000 aficionados que desafiaron el frío en el Metropolitano ante el Getafe. Era el minuto 85, todavía estaba el resultado en el aire, pero todos sabían entre los rojiblancos de la importancia del momento que estaban viviendo junto a Robin Le Normand.
Y es que fue el regreso a casa del fichaje que mejor cayó en el equipo hasta la irrupción goleadora de Julián Alvarez. Un central que llegó y se convirtió en titular indiscutible mostrando un rendimiento que enamoró a todos, desde el propio vestuario al cuerpo técnico que encabeza Simeone, uno de los grandes valedores de su fichaje.
Todo saltó por los aires en el derbi ante el Madrid del 29 de septiembre. Un fuerte cabezazo de Tchouaméni le dejó K.O. y provocó un traumatismo craneoencefálico (TCE) con hematoma subdural del que le ha costado mucho salir.
Su particular infierno
Y es que han sido más de dos largos meses de recuperación, de esperar que las pruebas le volvieran a permitir competir otra vez, de entrada progresiva en el equipo y de acostumbrarse al casco con el que ya jugó ante el Cacereño en sus primeros 45 minutos.
Un vía crucis en el que la cálida ovación de sus aficionados ayudó en buena medida a dejar atrás uno de los momentos más difíciles de un jugador que apenas se lesionaba. Pero Robin ya está de vuelta y el Atlético y Simeone cuentan con el que había sido el mejor central del equipo antes del fatídico derbi.
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