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Los buenos aficionados al motor saben que la Santísima Trinidad de los superdeportivos la formaron a principios de los años 2000 el Ferrari LaFerrari, el McLaren P1 y el Porsche 918 Spyder. Pues bien, una nueva hornada está en camino y el primero en llegar ha sido el heredero del supercar británico.
Se llama McLaren W1 (con W de World Champions) y ha hecho coincidir su presentación mundial con el 50 aniversario del primer Mundial de Fórmula 1 conseguido por McLaren (que fue doble, pilotos -Emerson Fittipaldi- y marcas).
Híbrido, más de 1.200 CV... y propulsión trasera
Aunque a primera vista pueda parecer otro McLaren más -su diseño sigue fielmente la línea de los últimos modelos británicos, muy unidos visualmente entre sí-, el W1 esconde (y deja ver, a la vez) novedades absolutas en el apartado tecnológico que son únicas para la guinda de la familia de modelos Ultimate (la más exclusiva de los de Woking, que conforman el Senna, el Speedtail, el Elva y, ahora, el recién llegado).
Para empezar, porque estrena un chasis de carbono denominado Aerocell que es único para el W1 y del que nace uno de los elementos más visuales del coche: las primeras puertas en alas de gaviota vistas en un McLaren. El motivo de adoptar este sistema no es otro que la aerodinámica.
A ese chasis se anclan los asientos (para encontrar la postura de conducción se pueden regular los pedales y la dirección) y la suspensión pushrod delantera.
El motor que lo propulsa a niveles superiores a lo que cualquier otro McLaren ha rendido jamás es un bloque híbrido que combina un V8 biturbo de 4.0 litros y 915 CV (que, por cierto, gira a 9.200 rpm) que se une a un módulo eléctrico que aporta otros 342. La potencia conjunta son 1.257 CV y el par motor es, simplemente, salvaje: 1.340 Nm.
El 'truco' para seguir siendo un propulsión
Y aquí es donde viene lo más especial del McLaren W1. Que esa marabunta de fuerza se traslada únicamente a las ruedas traseras, al mejor estilo de los coches deportivos de toda la vida... pero contrario a la tendencia que han marcado, por ejemplo, el Mercedes-AMG One. Y para conseguirlo es necesario que el tren trasero se pegue a la carretera.
Ahí es donde entra en juego el rasgo más característico y avanzado del W1: el McLaren Active Long Tail. Se trata de un elemento aerodinámico nunca visto que, además, retrotrae al hypercar al mundo de los 'Cola Larga', tan característico en McLaren desde que el F1 GTR lo adoptó en 1997.
Cuando el W1 trabaja en el modo Race, se transforma en su parte trasera, desplegando en todas direcciones (hacia atrás en 300 mm pero también arriba y abajo y en inclinación) todo el conjunto trasero en una coreografía que va acompañada de un amenazante movimiento adicional: el coche se 'agacha' (baja 37 mm delante y 17 mm detrás) y se prepara para dar el máximo de sí mismo.
El Active Long Tail (que también funciona como DRS o como aerofreno, según las necesidades) no es el único elemento aerodinámico activo del W1, ya que trabaja en conexión con los alerones delanteros móviles. Estos generan nada menos que 350 kg de presión sobre el eje anterior, que se suman a los 650 que recibe la trasera para un total de 1.000 kilos de downforce total.
Con todo, la clave aerodinámica del W1 está debajo, en el fondo con efecto suelo, el mismo principio básico de los Fórmula 1 actuales. Todas estas estrategias son las que permiten al hypercar británico presumir de algo único: la propulsión trasera.
Cifras nunca vistas en McLaren
El resultado son números sin precedentes en un coche deportivo de McLaren: 2.7 segundos para el 0-100, 5,8 s. para el 0-200 y 12,7 para el 0-300, con una velocidad punta autolimitada de 350 km/h.
O, dicho de otra forma quizá más gráfica: acelera más rápido que el Speedtail y es más veloz en linea recta y, en la pista, es tres segundos más rápido que el McLaren Senna. Casi nada.
Números que intimidan... aunque McLaren asegura que el W1 será un superdeportivo utilizable a diario ya que el nuevo chasis activo de McLaren (con la rimbombante denominación McLaren Race Active Chassis Control III) le permite adoptar una configuración más 'amable' cuando no se usa en pista. De hecho, además del Race Mode (que, a su vez, tiene dos reglajes para pistas con o sin baches), tenemos también programas Confort y Sport para la suspensión.
Además, el feeling que tendrá el piloto será más natural gracias a que McLaren ha podido mantener la dirección hidraúlica (otro beneficio de la compleja aerodinámca del W1)... y, sobre todo, a que el peso del coche se mantiene en unos increíbles -en estos tiempos- 1.399 kilos. Para lograrlo se ha recurrido incluso a componentes de titanio e impresos en 3D.
Ya no queda ninguno
Como suele suceder con este tipo de coches... ya es imposible conseguir uno. Y eso que su precio superará los dos millones de euros. Pero entre los super ricos del mundo hay más de 399 que saben lo que es y lo que representa la Santísima Trinidad... y esta vez quieren que no se les escape ninguno.
Y, por cierto, más le vale que estén atentos porque la semana que viene llegará, desde Italia, el segundo miembro del club más exclusivo de la automoción mundial...