Prueba del Land Rover Defender 110 240 CV: preparado para dar la vuelta al mundo
Land Rover El Defender del siglo XXI, a fondo

Para muchos el nombre Land Rover Defender siempre les traerá a la cabeza la imagen del modelo original en cualquiera de los momentos de su larguísima andadura, en la que experimentó una evolución constante en cuanto a motores y equipamiento y a penas varió su diseño.
Pero la nostalgia y el encanto de la tradicional no han podido con las exigencias del mercado. Hoy día son necesarias soluciones de seguridad activa y posibilidades mecánicas electrificadas que de ninguna forma podían darse en el modelo veterano, así que había que mirar al presente y sobre todo al futuro. La consecuencia de este cambio de rumbo es el Defender que por fin está a la venta, aunque de momento sólo en su variante de cinco puertas.
Ante la opción de hacer una reinterpretación estética del modelo anterior, Land Rover ha preferido trazar una silueta nueva, que en nada recuerda al modelo original. Bueno, en casi nada, porque la zaga completamente vertical, la rueda de repuesto colgada del portón (que se abre hacia un lado, como es lógico) y el diminuto tamaño de los pilotos son herencia de su 'padre'. Lo demás es una mezcla de líneas horizontales, un aspecto con mucho músculo, y unas dimensiones imponentes, con 4,76 metros de longitud (la rueda del portón alarga lo suyo), casi 2,0 metros de ancho sin contar con los retrovisores y 1,97 de alto.

Su interior es tecnológico, pero también funcional y sencillo. Es decir, se ha 'SUVeizado' aunque sin las pretensiones de un Range Rover. Hay una pantalla digital como cuadro de relojes más otra de infoentretenimiento que resulta muy práctica a la hora de hacer conducción 4x4, porque avisa de las cotas de inclinación que estamos acometiendo, de cómo trabaja la tracción para salir adelante pese a las dificultades del terreno y además tiene la función de 'capó invisible', para que veamos el suelo bajo el coche. Y también el espejo retrovisor central es una pantalla, lo que no es tanto una frivolidad como una necesidad, ya que si miráramos por un espejo real la rueda de repuesto nos taparía toda la carretera. Pero, pese a este desembarco tecnológico, los materiales no dan la sensación de ser costosos y tampoco se ha buscado un acabado digno de un coche para ir al casino, sino de un 4x4 con el que recorrer el mundo, que resulte sufrido y dure.

Para que estos recorridos no sean un problema ahora ofrece una postura de conducción lógica, sin las incomodidades a las que el primer Defender sometía a su conductor. Además, la plaza central no es incómoda y el espacio es enorme, como comprobarán sobre todo los 'habitantes' de las plazas traseras, que además disponen de más puertos USB de los que necesitarán al mismo tiempo (hay hasta seis a su alcance).
El motor de la unidad que hemos podido conducir es un cuatro cilindros diésel de 2,0 litros con 240 CV y 430 Nm de par, asociado siempre a un cambio automático de ocho relaciones. En el contexto de un coche que pesa más de 2,3 toneladas nos dio la sensación de tener muy buen empuje, siempre dispuesto a demostrar que no es un coche lento de reacciones al acometer adelantamientos. Las cifras de prestaciones oficiales así lo corroboran, con 9,1 segundos para pasar de 0 a 100 y 188 km/h de velocidad punta. Ello, claro está, con un consumo acorde a un coche tan voluminoso y pesado: 8,9 l/100 en ciclo combinado, ya que además el Defender no cuenta de momento con ningún tipo de hibridación para rebajar esta cifra.

Tan importante como el avance en cuanto a mecánicas, si no más, son las posibilidades que ofrece el nuevo chasis. De ser un coche rudo que requería ser un experto en conducción 4x4 para aprovechar las cualidades del coche, el Defender ha pasado a un todoterreno aprovechable por un espectro muchísimo más amplio de conductores. Facilita mucho el cambio automático y que los bloqueos del diferencial actúen antes y mejor de lo que lo haríamos nosotros de forma manual, pero también que las suspensiones, neumáticas y con regulación de altura electrónica, se hayan 'civilizado', ofreciendo en gran medida el grado de confort que podemos encontrar en un SUV con la mitad de las pretensiones camperas de este Defender.

Hablábamos de electrónica y en este sentido la dotación de serie de este Land Rover es completísima: sistema Terrain Response 2, ayuda de arranque en pendiente, ayuda al arranque sobre superficies de baja adherencia, dirección asistida eléctrica, control de estabilidad, control de frenos en curva, luz de carretera automática, sensor de lluvia, climatizador de dos zonas, detección de salida libre de obstáculos, control y limitador de velocidad, asistente de permanencia en el carril, control de aparcamiento 360 grados, reconocimiento de señales de tráfico y limitador de velocidad adaptativo, sensor de vadeo (puede sumergirse hasta 900 mm), Connected Navigation Pro, estabilizador de remolque...
No es de extrañar que esta versión First Edition, de la que más arriba tienes un vídeo de nuestra toma de o, tenga un precio base de 82.480 euros.