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El Q5 ha sido un éxito para Audi desde sus orígenes, y en su nueva generación, la tercera ya, tiene como primer reclamo una estética que vuelve a resultar más seductora si cabe. Sin duda será por esas formas musculosas que no renuncian a la elegancia. Pero una mirada más detallada permite apreciar sus afiladas luces Matrix Led (con 25 segmentos independientes) con ocho estilos de iluminación, mismo número que ofrecen unas luces OLED traseras compuestas en este caso por 6 es con 266 segmentos.
Estética atractiva
Más allá de ello, sería injusto reconocer que en este SUV de buen tamaño (4,72 m de largo, 1,90 de ancho y 1,62 de alto) también resultan muy sugerentes los elementos externos en negro montados en nuestra unidad de pruebas (con acabado black line edition), las llantas Split de 5 brazos y 21 pulgadas con neumáticos 255/40; 1.210 euros), o incluso el llamativo color Dorado Sakhir Metalizado (1.885 euros).
Acomodado en la deportiva y envolvente butaca frente al volante, el protagonismo recae en la pantalla MMI Panoramic Display, de tecnología Oled (se ve de maravilla), disposición curva y formada por dos pantallas de 11,9" y 15,5". Eso, hasta que más a la derecha descubres una de 10,9 pulgadas para el acompañante, pero en este caso TFT y con una evidente peor calidad de visualización.
Tres pantallas
La operatividad del sistema es excelente: no hay fallos en la reactividad al dedo, ni más submenús de los necesarios (que en un coche avanzado tecnológicamente son bastantes). Por otro lado, la calidad de los gráficos cuando seleccionamos el navegador (en cualquiera de las tres pantallas) es soberbia, y a la hora de introducir una dirección tocando la pantalla, o bien al tocar cualquier función de la pantalla, viene muy bien una especie de 'reposamuñecas' que ayuda a que atinemos con el icono deseado aunque el coche esté en movimiento.
El aspecto es minimalista; muy minimalista. De hecho, mientras muchos de sus rivales tienen botones físicos para la climatización, bajo las salidas de ventilación el Q5 solo incluye el que permite elegir entre los modos de conducción (Balance, Dynamic, Comfort, Efficiency y Off Road), el warning y la desconexión del control de tracción, además de la rueda del volumen de audio. Esto sin recargar más allá de lo habitual las funciones que aparecen en el volante, aunque sorprende por ejemplo que en la puerta del conductor se hayan incluido las luces antiniebla.
Levas de buen tacto
Por lo demás, el selector del cambio es un diminuto conmutador que nos permite activar el modo S (Sport), sacando todo el provecho a un cambio S tronic de 7 marchas que detrás del volante cuenta con levas de tacto bastante sólido.
En cuanto a las plazas traseras, a un pasajero de 1,81 m de estatura todavía le quedan 7 dedos desde las rodillas hasta los respaldos delanteros en las plazas laterales, además de 6 dedos para la cabeza. En la central, sin embargo, el inconveniente es la enorme anchura del túnel de transmisión. Es un problema que a un quinto pasajero le resta movilidad en la zona de los pies. Pero, a cambio, este pasajero tiene la ventaja de que no está mucho más alto que los laterales y además su respaldo, aunque más bien duro, no es demasiado prominente, así que incluso es un poco más cómodo de lo esperado.
520 litros de maletero
Es decir, que nos parece una plaza central más utilizable de lo que es habitual en este segmento. Como añadidura 'familiar', 520 litros conforman un gran maletero, en este caso con un plano de carga bajo el que se oculta un espacio adicional en el que caben, por ejemplo, una bolsa de ordenador portátil y una mochila.
La pegatina 'Eco' de la DGT que luce en el parabrisas delata que esta versión TDI, como también la TFSI de gasolina, cuenta con microhibridación. Se trata de un sistema de 48V con una batería de 1,7 kWh (con química de litio ferrofosfato) que aporta 24 CV y 230 Nm. Lo bueno de este sistema es que el motor eléctrico da para mover el coche en los primeros metros, al salir de un semáforo, movernos a baja velocidad por el garaje o en situaciones en las que casi no aplicamos carga al acelerador. Y, como regenera hasta 25 kW en las frenadas, hace que el sistema eléctrico esté siempre presente cuando circulamos por ciudad.
204 CV y 400 Nm
Esta parte eléctrica se encarga de ayudar al motor 2.0 diésel con turbo de geometría variable e intercooler, que de por sí aporta 204 y 400 Nm que no crecen con la ayuda del eléctrico (está para ayudar a bajos regímenes, no para incrementar el rendimiento). Algunos enarcarán las cejas por haber esperado cifras todavía más altas, a la vista del aspecto del coche, del tamaño de las ruedas y de lo deportivo que le quedan sus elementos estéticos en negro. Pero, ¿para qué?
A nosotros nos parece que 226 km/h, 7,4 s en el 0 a 100 (tengamos en cuenta que supera las 2 toneladas de peso) y unas recuperaciones enérgicas pero sin abrumar son el equilibrio perfecto: te permiten ir muy rápido (si es que circulas por una autobahn alemana), no te dan sensación de que 'compraste' más potencia de la que necesitabas y encima te hacen dibujar una sonrisa al comprobar los consumos: después de poco más de 800 km (640 de ellos por carretera) nos salió una media de 6,1 l/100, por supuesto circulando siempre a velocidad legal y la mayor parte del tiempo con cuatro ocupantes y el maletero lleno.
Eficiente, aunque en minoría
Un Q5 microhíbrido con el políticamente correcto motor TFSI de gasolina nos habría consumido más. E incluso una hipotética variante híbrida (no microhíbrida ni híbrida enchufable) con el motor de gasolina también nos habría consumido más... Pero hace 10 años se hizo público el 'dieselgate' y los TDI, por muy eficientes que sean, son ahora minoría.
En cuanto a su comportamiento, se beneficia del chasis S line, lo que significa que las suspensiones algo más bajas y los neumáticos con perfil reducido transmiten con mayor fidelidad las irregularidades del terreno. Además, los propios amortiguadores elevan o descienden la altura del coche en función del modo de conducción elegido, de forma que en Dynamic se baja, en Confort y Efficiency la deja en su posición normal y en Off Road la eleva.
Porque aquel que quiera el Q5 TDI con motor diésel solo lo podrá elegir con la tracción total quattro, lo que augura un plus de seguridad en terrenos resbaladizos a un SUV que, por lo demás, ofrece una calidad de rodadura excepcional, con un buen agarre del tren delantero en tramos revirados y una dirección que transmite mucha confianza.
La combinación de versión, color y llantas sale en la unidad que hemos probado por 77.745 euros, pero se puede disfrutar del mismo rendimiento mecánico y la excelente calidad de acabados en el más sencillo acabado Advanced, que sale por 65.250 euros.
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