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La extravagancia ha acompañado en demasiadas ocasiones a las estrellas del rock, y no nos referimos en esta ocasión a sus formas de vestir, sino más bien a la forma en que llenan sus garajes. El caso del cantante Johnny Hallyday, del que te vamos a hablar, es un gran ejemplo.
Por si el nombre te suena pero no estás al corriente de su trayectoria, basta mencionar tan solo que vendió más de 110 millones de discos en todo el mundo, obtuvo cinco discos de diamante, 40 de oro y 22 de platino, y que entre los 3.257 conciertos que dio logró en una ocasión la asistencia de más de un millón de espectadores, en este caso en uno dado frente a la Torre Eiffel en 2000. Porque Hallyday no se llamaba en realidad Hallyday, sino Jean-Philippe Leo Smet. Y era parisino.
Una solución más asequible
El cantante francés sentía al parecer iración por los antiguos Bugatti, con el impresionante Royale como ejemplo, pero la escasez de este modelo y un precio que ya estaba disparado (por aquellos años era el coche clásico más caro del mundo) hacían inviable su compra a casi cualquier mortal. Así que en 1975 encontró la forma de hacerse con un coche que, no siendo un antiguo Bugatti, al menos lo pareciera. La solución estaba en el fabricante británico Panther.
La compañía automovilística Panther era pequeña y muy joven, ya que por entonces solo tenía tres años de vida, pero ya se había especializado en coches de estilo antiguo fabricados con carrocerías de fibra y componentes mecánicos de marcas más tradicionales. Así, el Panther De Ville utilizaba un chasis tubular de producción propia y se ofrecía con motores de Jaguar, bien un seis cilindros de 4,2 litros o un V12 de 5,3 litros.
Solo 60 unidades
De 1974 a 1985 se produjeron a mano 60 unidades, 46 de ellas cerradas y 11 descapotables. Cada una de ellas, además, con los caprichosos requisitos que encargaba cada dueño, como pudieran ser una televisión, un bar... lo que hizo que otros extravagantes personajes de éxito, como el cantante Elton John o el actor Oliver Reed, encargaran el suyo. Y también que fuera el coche elegido para que en él se moviera Cruella Deville en 101 Dálmatas.
El de Johnny Hallyday lo pagó en realidad su mujer, la actriz y cantante Sylvie Vartan. No sabemos cuánto le costó, pero sí que en aquellos años se trataba del coche británico más caro. Además, el precio en este caso se incrementaría por las especificaciones que pidió el propio cantante, entre las que estaban el motor V12, unos asientos forrados de visón auténtico, sus iniciales grabadas en las llantas o un disco dorado en la tapa del radiador, aludiendo a los premios que había cosechado.
Una mala partida de póker
Pero nada es para siempre y aquel regalo de su esposa lo acabó perdiendo años más tarde en una partida de póker que se le fue de las manos. Desde entonces dicen que solo se encontró con el coche en una ocasión: fue en 1991, cuando su nuevo dueño le pidió que por favor estampara su firma sobre el capó del coche, cosa que por supuesto hizo y que todavía está visible.
Ahora este Panther busca un nuevo dueño, que encontrará el próximo 24 de marzo cuando se convierta en uno de los lotes más jugosos de la subasta que Osenat ha preparado en Fontainebleau (Francia). Dicen los expertos que se puede acabar vendiendo por entre 55.000 y 65.000 euros. Suponemos que ello será más por la historia que acompaña el coche que por el coche en sí.
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